tukor escribió:
en el maravilloso mundo de las frecuencias
Aunque este mundo que describes a nadie se le ocurriría acotarlo como tal, a nadie con experiencia, pues no es sino la parte sustancial de la ecualización, y del análisis espectral, que no es sino una de la particularidades o manifestaciones del sonido en su variedad de fuentes, si lo abordamos desde las enseñanzas del sonido (ingeniería acústica, o sucedáneos ad hoc) y también es eso mismo aplicado a la tesitura propia de cada instrumento, rango , timbre, etc, algo que de forma frecuentemente bastante alejada de lo empírico, se estudia en los conservatorios, en el estudio de cada instrumento y en orquestación, planteas un debate sumamente fecundo, dependiendo del debate, claro, pues en esto que adviertes entran en lid varios factores:
Has notado que hay muchos instrumentos que comparten frecuencias, y no sólo frecuencias, te advierto; hay otros factores que enseguida esbozamos (aunque convendría pormenorizarlos). Es importante que uno sea consciente de que una buena composición o arreglo, además de ser competente con la armonía (en realidad un profundo conocimiento de ella debería llevar aparejado un abundante repertorio referencial tímbrico, igual que estético) , debe ser por lo general, salvo que se fustigue intencionalmente al oyente por motivos estilísticos, calro, que se entiendan las voces, que se distingan los instrumentos, que nada, o lo menos posible, esté de relleno y haciendo bulto y que se eviten las redundancias no buscadas (algo casi inevitable en la cuerda orquestal; pero que produce en este caso un efecto plausible y muy apegado a nuestra forma de oír, algo que es, sobre todo cultural y absolutamente imprescindible en las agrupaciones de cinco en adelante músicos en la música jazz, pop o rock y relacionada con el consumo)
Imagino que, al dirigirte a este subforo, ya conoces la mayoría de observaciones, probablemente ciertas a medias, otros no.
Te voy a hablar de lo que en realidad se, de mi experiencia.
El sonido propio de cada instrumento, como sabrás, se debe en su mayor parte a lo corpóreo de cada instrumento, algo, pero menos a quien los interpreta, tanto menos en instrumentos como el piano, ya tanto más en un violín; pero es el material de que está hecho, su generación sonora (o sea, el arco contra las cuerdas recogidas por una tapa armónica, una lengüeta contra una boquilla de cierto tipo y un tubo, o el parche batido por unas mazas o baquetas, por citar ejemplos comunes), los armónicos característicos, su ordenación y longitud perceptible, elementos principales que constituyen que un instrumento sea reconocido, solo o en grupo, los formantes característicos, el timbre de cada uno.
¿Qué pasa cuando vamos a escuchar a la sinfónica de Chicago en un auditorio con un comportamiento acústico ejemplar?, ente otras cosas, además de haber pagado la entrada, que nos llegan las obras con una claridad, con una nitidez, con una rotundidad enorme, que la obra que antes habíamos escuchado a otra orquesta peor dirigida o con peores intérpretes, o, en peor auditorio, cobra mucho más interés.
Cuando uno no ha sido espectador de muchas actuaciones orquestales, la experiencia suele ser sobrecogedora, más si el repertorio acompaña.Ni te cuento cuando la obra la habíamos escuchado antes en un giradiscos perruno o en un equipo de mala muerte y en mp3.
En estas veladas, uno puede distinguir cada violín (entre otras cosas también la vista ayuda) de una sección de ocho, un pícolo es fácil de auparse; pero todos, según van interviniendo, de la última trompa, a la primera trompeta se reconoce, hay casi el mismo trecho en lo auditivo que hay en entre los miembros de ese conjunto, percibimos que la música no son solo notas y escalas, que es espacio y tiempo, que es energía.
Esto, en la música popular, ligera, del pop o del Jazz, se arregla no sólo por la interpretación, va ligada a medianos y grandes conciertos, para un número a menudo elevado de personas, es tributaria de la destreza de la sonorización de directo (coloquialmente P.A, de
public adress).
Cuando es grabada, el propio disco, por lo menos hasta ahora se pretendía eso de un disco, concepto que empieza a desaparecer fragmentándose en piezas o descargas), intervienen unos tecnicos que no es que sean mejores que los anteriores, los ingenieros, técnicos de grabación o los productores de verdad, con menos urgencia, en un entorno óptimo, con los mejores equipos de grabación y procesado de señal, colaboran y conducen esa obra al mejor registro posible.
Este registro, su procesado, mezcla y posterior masterización debe buena parte de su acierto a estrategias y trucos de estudio, no siempre a la grabación más fiel de los instrumentos; pero no tanto vamos a perdernos ahora en los procesos debidos a criterios estéticos, gusto y moda en función de satisfacer a los oyentes, sino del logro de mayor empaste en unos casos o mayor separación en otros, entre las pistas (generalmente una por elemento o instrumento, según sean unos u otros los instrumentos y lo aconsejable para obtener tomas de calidad).
Intencionalmente estoy expresándome ahora con resabio y argot de estudio.
Un director de orquesta, o el responsable artístico, se preocuparán de actuar en cuanto mejores auditorios se pueda; lo malo es cuando el director y el responsable de la orquesta es un compositor, frecuentemente llegado a orquesta por obra y gracia de los
romplers y las librerías, aun en el caso de que ya viniera con una sólida formación contrapuntística, fuguística, de orquestación y de armonía y composición, que conociera bien cada instrumento, su tesitura, sus puntos fuertes, lo que no pueden ejecutar, muchos detalles de cada uno de ellos (que ya es saber, es saber un huevo y tener estudios, recursos y registros), suele darse de bruces con la credibilidad de la obra que produce en su estudio, estos reproductores de muestras, de librerías, vienen muy bien dotados de ayudas para emular las condiciones espaciales de los instrumentos (reverbs bien configurables por cada parte, o salidas individuales destinadas para ser tratadas por canal con reverbs y procesadores de dinámica); pero o se obvian o se emplean de forma algo escasa.
Al final, es que pertenecen a un género y una forma musical autónoma nueva, no bastarda (a veces sí es una zafiedad sí), el género orquestal virtual, de librerías, por mucho que se sustituyan concertinos o instrumento disponibles por reales para añadir verosimilitud tiene un espacio semántico algo complicado y todavía es huérfano de algunas carencias: verismo, calidad de, no tanto muestreo; de ejecución y dependencia del proceso de estudio, y ser bueno en la mezcla y procesado no es tan fácil, normalmente nadie se mete de lleno a mezclar pista por pista cada instrumento, y este género no está hecho, por lo general, para ser escuchado en salas de conciertos; sino para ser escuchado en discos con orquesta o cine.
Ahí es donde la experiencia de estudio, en un género necesitado tanto o más de truco como es este, se hace necesaria.
Ojo, que la grabación y sonorización de los propios auditorios o discos clásicos es todo un compendio de destrezas; pero en este caso de lo virtual se necesita destreza y truco.