#135
Ahh, vale, jajaja. Nunca lo había pensado así.
Ahh, vale, jajaja. Nunca lo había pensado así.
Born® escribió:
Pero, ¡Oh, porca miseria! en ese momento apareció su amante y querida esposa, ese ser lleno de luz y energía capaz de cuidar tres niños bien alimentados y con el ego por lo cielos y colmados de caprichos. Así pues, la amante esposa vio a su marido, Don Carmelo de Villaconejos de Arriba, probar el dulce aroma del café de media mañana de esa doctora, a primera vista blanca e impoluta, pero que en lo más profundo de su ser es un ser zafio y una ramera.
Carmelo, ajeno a la furia incontrolada de su amada esposa, seguía con sus labios posados en la boca de la doctora, más excitada que ruborizada, hasta que en ese momento, Don Carmelo de Villaconejos de Arriba sintió un golpe sordo en la nuca y luego le sobrevino la oscuridad.
Abrió los ojos poco a poco, mareado, todo borroso veía, desorientado se encontraba, y....un extraño dolor en las muñecas, tobillos y en las pelotas. Allí se encontraba, nuestro querido héroe, el adalid de la justicia, en un aprieto que ni el Cid podría imaginar en su más locas aventuras caballerescas. Atado de pies y manos, se encontraba con las piernas abiertas, en un lugar extraño, frío, húmedo, oscuro y aterrador. Tenía un peso colgando de las pelotas, que le hacía sentirse muy mareado.
De repente, se abrió la puerta, y allí apareció una figura tras la luminosidad que casi le ciega. Creía reconocer la figura de la puerta pero....-¿seguro que es ella?, No, no puede ser- ser repetía una y otra vez. Al lado, apareció otra figura, ¡la doctora!
En su nublada mente, las formas empezaron a aclararse, empezó a comprender el por qué de la insistencia de su señora para ir a la consulta sin cita. Era todo un ardid para dejarse embaucar por esa mala pécora y a la vez sexy doctora.
Loormelotte escribió:La mente de Carmelo navegaba en aguas turbias su consciente era incapaz de explicar al subconsciente como había terminado en aquella situación. De las dos figuras en en un principio adivinaba solo una era real. Su mujer, santa y pulcra, buena señora donde las haya solo era fruto de su imaginación. Allí in corpore presente estaba la doctora, enfundando sus manos en unos guantes de latex.
Carmelo tumbado boca arriba en la camilla, maniatado sentía como un escalofrío le recorría el cuerpo hasta terminar en un incómodo sudor allá en la raja del culo.
Repasaba mentalmente lo que había sucedido, ¿como había terminado en esa situación?. La doctora repasaba el instrumental que tenía meticulosamente preparado. La policía arremetía contra la puerta con violencia pero esta no cedía.
-Tus labios, son tus labios- Ella sonrío...-En efecto Carmelo, sabiendo de tu llegada y conociendo tu ímpetu cautivador de varón macho y pelo en pecho sabía que me ibas a robar un beso. Así que preparé un fuerte sedante que te dejaría inconsciente durante unos minutos-.
-¿Pero como es posible?-
-Eres previsible Carmelo, sabía que tenías que venir a pedir recetas para tu maltrecha boca. Conociendo tu ímpetu y paciencia sabía que vendrías cualquier día de imprevisto sin pedir cita. Cuando la enfermera me avisó que había un paciente sin cita previa con pinta rara y que parecía llevar ropa interior rosa, supe que eras tu-
En efecto, las bragas de Carmelo colgaban del brazo de una silla, su rosa pálido rivalizaban con el color de sus pelotas. El peso que estrangulaba su gónadas mantenía el flujo de sangre a raya.
La doctora untó su mano enguantada en abundante vaselina mientras se acercaba al cuerpo atrapado de Carmelo.
-¡¡Arriba las manos, baje ese dedo lubricado!!-
Los agentes de la ley habían conseguido derribar la puerta entrando en escena...continuara?
buhardilla escribió:Espero que te recuperes pronto
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