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Dicen que todo tiene arreglo menos la muerte.
Cervantes escribió:Había en Córdoba otro loco, que tenía por costumbre de traer encima de la cabeza un pedazo de losa de mármol, o un canto no muy liviano, y en topando algún perro descuidado, se le ponía junto, y a plomo dejaba caer sobre él el peso. Amohinábase el perro, y dando ladridos y aullidos, no paraba en tres calles. Sucedió, pues, que entre los perros que descargó la carga fue uno un perro de un bonetero, a quien quería mucho su dueño. Bajó el canto, diole en la cabeza, alzó el grito el molido perro, violo, y sintiólo su amo, asió de una vara de medir, y salió al loco, y no le dejó hueso sano; y cada palo que le daba decía: "Pero ladrón. ¿a mi podenco?. ¿No viste, cruel, que era podenco mi perro?". Y repitiéndole el nombre de podenco muchas veces, envió al loco hecho una alheña.
Escarmentó el loco, y retiróse, y en más de un mes, no salió a la plaza; al cabo del cual tiempo volvió con su invención y con más carga. Llegábase donde estaba el perro, y mirándole muy bien de hito en hito, y sin querer ni atreverse a descargar la piedra decía: "Este es podenco, ¡guarda!". En efeto; todos cuantos perros topaba, aunque fuesen alanos o gozques, decía que eran podencos; y así, no soltó más el canto".
Dicen que todo tiene arreglo menos la muerte.