Alan Lomax viajó durante décadas por todo el mundo grabando a miles de músicos populares con el propósito de confeccionar un Atlas del folclore, y todo ello para evitar la desaparición y el olvido al que se abocan. La película nos muestra a Lomax enfermo en su casa de California, incapacitado por una hemorragía cerebral para articular frases coherentes, sonriendo cuando escucha la música que grabó hace años o cuando le hablan de ella. Un hombre feliz al contemplar su obra, a pesar de su imposible culminación. Estas imágenes de Lomax enfermo se intercalan con las de la reconstrucción que de sus viajes realiza el director del documental, la búsqueda de algunos de los lugares que visitó y de las personas que trató Lomax en Escocia, el sur de Estados Unidos, España (Galicia, Castilla y Aragón) e Italia, mezclando imágenes actuales y otras de archivo.
El director se acerca con delicadeza a esos pastores, agricultores, pescadores, y recuerda con ellos la visita de Lomax de hace décadas.
Independientemente de su belleza y emotividad, innegables, la película presenta los claroscuros de un personaje abnegado en su labor y extremo en sus posicionamientos.
Desde lo personal: su hija evoca el amor a un padre ausente que, desde su infancia, le manifiesta expresamente que nunca podrá ofrecer estabilidad a su familia; a lo musical: Lomax desprecia el Jazz como una música snob, deshecha frontalmente la música comercial, afirma vehementemente que la mejor música es el folclore, que es la que vehicula el alma y sentimiento de los pueblos, y así, clama en pro del derecho a la cultura propia y en contra de la comunicación unidireccional de los medios de masas. Especialmente curioso es el revolcón que se llevó de los especialistas de la época en cuanto a la teoría que planteó relacionando la forma de cantar con la represión sexual existente en distintos lugares (poniendo de ejemplo el norte y el sur de España).
El documental está grabado antes de la muerte del protagonista (2002). Viendo la película me preguntaba que opinaría hoy Lomax de internet y del flujo de contenidos multidireccional o de donde se produce actualmente el folclore según su definición.
Me gustaría leer vuestras opiniones sobre estas cuestiones.
¿Donde está hoy el folclore como expresión del sentimiento y el alma del pueblo?
¿Ha acabado internet realmente con la comunicación unidireccional de un polo emisor de contenidos y una infinidad de sujetos que meramente los reciben sin interactuar?