Es como si tus monitores tienen una caída grande en agudos, y siempre, resulta que has escuchado música ahí, y no en otro sitio. Nuestro cerebro sabe distinguir qué es bueno y qué no, y cuándo haces música (según esos monitores), ya te encargas de subir instintivamente esa frecuencia para que suene tal cual estás acostumbrado. Es tema de percepción, no hace falta que todos oigamos igual, veamos igual, etc, para que todos estemos de acuerdo en qué color es rojo, cuál amarillo, etc. Igual pasa con el sonido. Al menos es mi opinión.
Un saludo.