El western es al cine como el rock a la música: mucho postureo y movimiento de caderas de John Wayne pero poco contenido.
En ambos casos la prioridad consiste en llamar la atención a través de una presentación impactante. En este caso se reduce al título. Si se hubiera llamado "Pistolitas" no se la consideraría una obra maestra.
El hombre que mató a Liberty Valance es una comedia ligera, repleta de testosterona y con una leve denuncia heteropatriarcal dulcificada tras la necesidad de crear mitos fundacionales para un país vacío de historia.
Salvo Lee Marvin, todos los personajes deambulan por el escenario. John Wayne es vergonzoso. Y el sheriff consiguió provocarme eccema.