#19 Eso depende por completo del alumno. En realidad ningún músico tiene su oído completamente desarrollado ni es capaz de tocar todo lo que escucha en su mente, ésa es una carrera sin meta
Cualquier músico puede solear, independientemente de sus capacidades.
Por mi experiencia la primera respuesta del alumno suele ser "déjate de chorradas y misticismos y desvélame los secretos para tocar como...". He visto a muchos alumnos coleccionar escalas, runs y progresiones de todo tipo con mero afán acumulativo. Podéis imaginaros el resultado. ¿Acaso no habéis visto a muchos alumnos con todas las fórmulas en la tapa de la calculadora suspender el exámen de física?
Pues es lo mismo.
La sola pregunta "¿cómo solear sobre un vamp en D9?" ya implica un error de concepto. Sería como si un alumno en su segunda clase de chino cantonés le preguntase al profesor, enséñame a ser sarcástico y mordaz... en chino.
A la hora de enfocar un solo, D9 es sólo un dato que ordena las 12 notas en función de la tensión o relajación que éstas provocan sobre la armonía subyacente. Pero mucho más importante que esto es el marco en el que se solea: ritmo, lenguaje, timbre, estilo musical...
Personalmente, a la hora de enfocar el aprendizaje específico de la improvisación siempre hago una distinción inicial sobre si estamos en un marco modal o tonal.
Si el marco es modal (como parece en este caso) lo más importante, sin duda, es la melodía del tema. Y no sólo como una secuencia de notas concreta a repetir. La melodía nos da el carácter del tema, establece un patrón rítmico sobre el que se medirán las frases del solo, define el centro del contorno melódico diciéndonos qué es grave y qué agudo y proporciona un buen número de ganchos que nos permitirán referenciar el tema durante el solo.
Yo suelo partir la melodía en pequeñas células e intento que el alumno trabaje intercalándolas, variándolas rítmicamente, alterándolas siendo siempre consciente de dónde empiezan y dónde acaban éstas.
Es fundamental también, sobre todo en los primeros pasos, el trabajo del silencio en el solo. En ocasiones la mejor nota que se puede tocar en un momento concreto es un silencio, y muchas veces se olvida esto. Uno de los ejercicios técnicos en este aspecto que he comprobado más productivos es darle al alumno, por ejemplo: dos compases en los que desarrollar una frase, dos de silencio, otros dos sobre los que trabajar en la frase anterior (empezándola una corchea después, variándola rítmica o melódicamente, etc.) y otros dos compases de silencio... and so on
Y, sobre todas las cosas, algo que todo músico debería hacer siempre: interiorizar el solo, escuchar la melodía antes de ejecutarla y saber en todo momento a dónde queremos llegar. Solear sin instrumento es la mejor manera de desarrollar nuestro estilo, de sentir lo que "tocamos" y de manejar la intensidad de un solo.
A partir de ahí existen miles de aspectos a considerar, como los elementos discursivos, tímbricos... el hecho inevitable de profundizar más en unos que en otros también conformará el estilo del músico.
Resumiendo: no se aprende a solear aprendiendo armonía, existe un trabajo específico en otro nivel muy distinto en el que las notas no son más que meras herramientas.