Esta noticia me ha gustado mucho. Por fin es posible comprar ropa para esos días tontos en que nos despertamos protestones. Olvidáos de tener que pintar las camisas con bolígrafo y no poder lavarlas jamás a riesgo de perder su fuerza litúrgica y revolucionaria.
http://www.publico.es/sociedad/anarquia-grandes-superficies-amazon-otros-emporios-comerciales-venden-ropa-antifa-consignas-anticapitalistas-fabrica.html
Ferran Barber para Público.es escribió:
Amazon y otros emporios comerciales venden ropa 'antifa' con las consignas anticapitalistas de fábrica
Tan inexcrutables son los caminos del antifascismo que han terminado concurriendo en Walmart, Amazon y los almacenes comerciales de la esquina.
Más de trescientos euros pedía hace unos meses la empresa Barneys en su tienda online por una cazadora militar con los clásicos iconos anarquistas y un puñado de consignas impresas entre las que destacaban unos versos atribuidos al poeta homosexual griego Dinos Christianopoulos: “Intentaron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”.
El producto se vendía, literalmente, como “chaqueta” antifa y fue fabricado por una compañía, Alpha Industries, que en su día figuraba entre los suministradores de ropa del Ejército norteamericano. Se comercializaba, literalmente, con el nombre de “Anarquía” y se acompañaba de una etiqueta, donde se hacía constar: “Mezcla de algodón Anarquía”.
Nadie se había atrevido a hacer nada semejante desde la creación de la tarjeta "Sex Pistols MasterCard". Con el tiempo se ha sabido que no llegaron a venderse muchas unidades de la cazadora.
Entre Durruti y Zara
A estos nuevos “revolucionarios” del entorno más “pop” de la insurgencia, entre los que esas grandes compañías busca su clientela, parece inspirarles menos Bookchin, Durruti o Marx que la magnética atracción que ejerce formar parte de un bloque negro uniformado con botas militares, capucha y balaclava. Los menos escrupulosos y puristas pueden conseguir también sus tachuelas “neo-punk” en Zara, sólo que desprovistas de consignas o cualquier orientación política explícita. La más sonada irrupción de Inditex en la, por así decirlo, “ropa con estigma ideológico” fue un pijama de rayas, que terminó retirado del mercado porque evocaba el uniforme de los judíos hacinados por los nazis en los campos de exterminio.
Por lo demás, España no es ajena a la mercantilización del antifascismo, pero al igual que el resto de Europa, a diferente escala que en los Estados Unidos. Si existe un lugar donde esta desvirtuación de las esencias del movimiento están a punto de convertirlo en una suerte de parodia, ese es Norteamérica. La tendencia, en este caso, apunta en dos sentidos. Por un lado, a remolque de la “Alt-right” y por reacción a los supremacistas blancos a los que Donald Trump dio alas tras alzarse con la presidencia, el antifascismo se ha revigorizado y ha cobrado adeptos. Pero por otro, ha echado raíces sobre cimientos ideológicos bastante más endebles que los que sustentan su variante europea, menos orientada al “show”. O lo que es más notorio, ha renunciado, directamente, a cualquier compromiso ideológico consistente y a menudo, las afinidades con el anarquismo son esencialmente de naturaleza estética. Con los bloques negros libertarios suelen compartir, además del uniforme, su querencia por la acción directa.
En otras palabras, cuanta más popularidad ha cobrado entre los estadounidenses, menos comprometido está el movimiento con la lucha de clases y el ataque al sistema y más adeptos gana entre eso que los anglosajones llaman "posers", un término con el que suele designarse, en el argot de la insurgencia, a todo "adolescente que dice ser anarquista porque tiene la falsa impresión de que cualquiera que se pasa el día quejándose de un gobierno lo es, al tiempo que sostiene que el resto de la humanidad está cegada por la propaganda". De una manera algo más coloquial, la enciclopedia inglesa en línea de la jerga también se refiere a ellos como "niños enloquecidos que acostumbran a quejarse del capitalismo sin tener ni puta idea de qué coño están hablando". En castellano se suele denominar a esos sujetos "anarquistas o punkies de postal".
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