tricky2k escribió:
Y aquí está la madre del cordero. No, Javi Arce, lo que hace el Estado no es caridad, sino devolución de servicios gracias a impuestos, para que nadie tenga que depender de si a ti, o a nadie, te da por ser solidario. Porque ser solidario es un acto volitivo y, como tal, aleatorio y no confiable.
Para mí eso equivale a un paisaje bucólico y pastoral donde el dinero mana de los riachuelos y los burócratas tocan la guitarra sentados en corro mientras tú bailas en el centro. La realidad es que los impuestos que tributas de forma obligatoria bajo la amenaza de sufrir la violencia del estado sirven para mantener a una élite extractiva que ejerce una posición dominante no demasiado distinta a la que se daba entre las antiguas relaciones de amo-esclavo (explotador-explotado).
Esto es más que evidente cuando se comprueban una serie de cosas:
El propio estado financia a los partidos que abogan por el estatismo y participan de él. A más votos, más dinero. A más dinero, más propaganda y en definitiva más votos. Esto genera un círculo en el cual tus impuestos sirven para mantener el aparato gestor y propagandístico del estado.
El propio estado financia a otros agentes ideológicos para que la propaganda tenga un mayor calado (educación, sindicatos, Iglesia, medios de comunicación). Además, financia el aparato paramilitar del estado (policía, seguridad), el militar (ejército), el legal (judicatura) y el fiscal (hacienda pública) para, entre otras cosas, impedir que dejes de pagar impuestos, con violencia, si fuese necesario. Es decir, con tu dinero se pagan a aquellos que moldean y cohartan tu libertad hasta el punto de privarte de ella si no cumples las normas establecidas. Todos estos engranajes, completamente enfrentados a la libertad individual, conforman lo que alguien tuvo a bien llamar "democracia" y "estado de derecho".
El sistema de contribuciones a la Seguridad Social y el sistema de pensiones conforman un esquema Ponzi, una estafa. De forma obligatoria debes contribuir a su alimentación con la promesa, que no garantía, de recibir compensaciones futuras. Esta sustracción autoritaria de tu fuerza de trabajo sirve en realidad para pagar las jubilaciones de los que ya no trabajan, y el paro de aquellos que no producen (en muchos casos paro crónico). Es decir, siendo un trabajador medio, la gran, inmensa parte de tus contribuciones no repercuten en tu persona, ni de lejos. Cuando el número de contribuyentes del final de la pirámide baja, el sistema colapsa. Sólo hay que ver cómo el gobierno mete mano en "la hucha" de las pensiones para darse cuenta de que tal "hucha" no es más que uno de tantos engaños, y cómo la cantidad sustraída debe aumentar año tras año para que pueda mantenerse el tinglado. ¿Qué retenciones tenían tus padres? ¿Cuáles tienes tú ahora?
El propio estado monitoriza parcelas de la vida privada mediante sistemas de control como por ejemplo SITEL. Interviene conversaciones, bloquea webs sin órdenes judiciales, provoca altercados en manifestaciones, etc. Indicativo claro y meridiano de que el estado totalitario debe ejercer un férreo control sobre la moral de sus ciudadanos para evitar el colapso. Eso cuando no atenta contra sus propios ciudadanos, como ocurrió con la Red Gladio en Italia hace unas décadas.
El estado retribuye a sus miembros mediante el "chocolate del loro": paro cada vez más precario, ayudas que cronifican la situación en lugar de dedicarlas a generar empleo, facilidades y planes para hipotecarte de por vida con ladrillos y coches, etc. El objetivo es mantener la paz social y dejar una masa crítica de gente "enganchada" al sistema, incapaz de llevar una vida plena sin depender de la caridad del estado (al mismo tiempo que les arrancan hasta el último euro). Ciudadanos perfectos a los que jamás se les ocurriría morder la mano que les da de comer.
A todo este panorama se le puede sumar que de tu bolsillo se financian caprichos esquizofrénicos como monarquía, nacionalismos periféricos, duplicidades autonómicas, corruptelas de todo pelaje y demás actividades esperpénticas amparadas bajo la maquinaria estatal.
Así es como yo veo el asunto, a grandes pinceladas.
