arco escribió:
Hay un SAT en Barcelona que es como el triángulo de las Bermudas; les dejes lo que les dejes o no lo reparan o desaparece o se lo cargan, y es un SAT oficial de varias marcas, tócate los cojones. Eso habla mal sobretodo de los que lo hemos padecido; ya que no hemos llegado hasta el final y conseguido que cierre o ninguna marca confíe en ellos; hemos callado como putas los clientes escaldados, por vagancia o falta de responsabilidad; quién se molestaría.
Indudablemente, si una práctica ineficaz se perpetúa es porque los destinatarios finales (es decir, las víctimas) de estas prácticas se aguantan y no protestan. Para qué: ya está el fútbol como válvula de escape para dar rienda suelta a todas las frustraciones cotidianas acumuladas.
Con lo cual todo sigue igual (de mal) y nada cambia. Hoy día parece que hay temor a la queja, a la protesta. Nos hemos acomodado, acobardado, vivimos bastante abrumados y acojonados, y esto no debería ser así.
arco escribió:
En Barcelona en ninguna tienda, salvo alguna excepción, saben qué venden o quieren saberlo. Les prima más vender, engañar al novato con el stock que construir una clientela como se debería construir. Tal vez existir físicamente les cuesta más de lo que creemos y han de recurrir a esas técnicas de charlatanes vendeungüentos. Como digo hay alguna excepción.
Pero no sólo ocurre en esa industria.
Andrés Montes solía decir que faltan profesionales. No sé qué otro habla de un exceso de farsantes. Si Cifuentes fue presidenta de la Comunidad de Madrid.
Aunque parezca inútil dar vueltas a este tema, creo que no lo es del todo y que están saliendo observaciones interesantes. Eso de basar el negocio en engañar a incautos y novatos no es nuevo, ni mucho menos. Efectivamente nos remite a los charlatanes de feria, timadores al fin y al cabo, que no son realmente profesionales de nada, más que de la estafa.
Mantener físicamente un negocio claro que cuesta, muchísimo. Ahora bien, se cae muchas veces en el clásico error del cortoplacismo: engañando se hace dinero antes, pero se acorta una barbaridad la duración del negocio. Sobre todo en esta época, en que el consumidor ya no es tan ingenuo y tiene herramientas para informarse, contrastar precios, etc.
En una época, como ésta, en la que se pide ser ingeniero hasta para trabajar de barrendero, cabe preguntarse cómo se pueden llevar negocios no teniendo ni idea de lo que estás vendiendo, siendo tan ignorantes.
Incluso, si contratan empleados, éstos también son ignorantes, muchas veces. Un jefe ignorante podría rodearse, al menos, de gente competente para llevar su negocio, pero esto implicaría por parte del dueño reconocer que es ignorante en la materia a la que se dedica su negocio, lo cual es muy difícil que reconozca (sobre todo por ignorancia).
Creo que la mayoría de los negocios los monta gente que, cansada de estar en el paro, se lanza sin tener ni puñetera idea. A unos pocos les suena la flauta por casualidad (porque son simpáticos, su negocio está en una buena zona, etc.) y una gran parte se acaban hundiendo. Muchos de los comerciantes con los que tratamos encajan en este grupo, solamente que, en vez de montar un bar, les dio por montar una tienda de música, como podían haber puesto un kiosko...
TabuPlaytime escribió:
Si la historia es igual pero con un hombre atendiendo sin tener ni puta idea, se jode la gracia machista, .... escribir " hoy me sentía machista musical"
arco escribió:
Ya. La filosofía mujer al volante peligro constante. Tal vez tengas razón y el compañero podría haber construido el relato alrededor de otro eje, sin perder eficacia, y sin herir sensibilidades.
No creo que la persona que abrió el hilo (que por cierto, hasta ahora no ha vuelto a participar) haya construído su relato alrededor de esta frase, sino que se le ha dado demasiada importancia al comentario, ya que cualquier cosa que haga referencia a lo sexual dispara enseguida las susceptibilidades. No le demos mas importancia de la que tiene, dentro del contexto de su comentario, que es mucho más extenso.
Su frase no me parece ni sexista ni machista, aunque claro, cualquier cosa lo puede ser si se quiere ver así.
Para invertir de género la historia, debería de ser un hombre quien atendiera sin tener ni puta idea, efectivamente, pero entonces el cliente debería ser una mujer y decir: "hoy me sentía una lesbiana musical, necesitaba una mujer".
Así, si que cambiaríamos realmente de género el relato. Lo demás es cambiarlo a medias, interesadamente.