Corría el año 2001. Recién repuestos del shock que supuso el derrumbamiento de las torres gemelas, algunos ahogábamos nuestras penas al son de los ritmos más frenéticos, en un lugar apartado y fascinante llamado "Joy Slava". En su interior podías encontrar personas de toda clase y condición social, unidos por el sentimiento unitario que producía la música Techno en sus adentros. En su primera visita al pequeño templo coruñés, Gayle San nos deleitó con su maestría, elegancia y saber hacer al mando de los platos. Una impresionante vestax de gama alta, junto con un soundsystem de 12.000 watios JBL, ensordecían incluso al que se acercaba por el parking. Un techo bajo, una pista elevadiza que propició no menos de un susto y, sobre todo, un buen rollo que incitaba a volver mes tras mes.
En nuestro recuerdo, JOY SLAVA.
En nuestro recuerdo, JOY SLAVA.