Hard philosophy
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Sobre el libre albedrío
La cuestión del libre albedrío no es una cuestión trivial. Sería muy interesante que se formara una charla constructiva acerca de este tema. Por mi parte, voy a intentar plasmar aquí mis reflexiones acerca del libre albedrío. Sin duda encontraréis lagunas y errores de pensamiento. Tal vez me ayudéis a corregirlas y completarlas. O a tirarlo todo a la basura, si alguien plantea una teoría completa y satisfactoria.
Para explicar lo que pienso acerca del libre albedrío voy a tener que exponer varias cuestiones que las organizaré en estos apartados: grados de libertad, ptolomeo y los epiciclos, explicaciones causales vs intencionales, comportamiento del universo, formas de abordar el problema del libre albedrío y reflexiones finales.
Hará falta bastante paciencia por parte del sufrido lector.
Grados de libertad
Pongamos el caso en el que un par de niños están jugando a comprobar quién aguanta más tiempo la respiración bajo agua. Ambos deciden jugar a ese juego sin presiones externas, disponen de los medios materiales y temporales para realizar dicho juego. Podemos decir que tienen un gran grado de libertad para decidir aguantar o no la respiración.
Pongamos en un caso límite a un preso al que están torturando, privándole de toda libertad de movimientos y le introducen la cabeza bajo agua durante el tiempo suficiente para que llegue al punto anterior al ahogamiento. Después le sacan la cabeza del agua: justo en ese instante, podemos considerar que esa persona no es libre de elegir si va a aguantar la respiración o no, ya que su instinto de supervivencia le obligará a respirar. Podemos poner este ejemplo como un caso de grado de libertad nulo para la toma de la decisión de respirar o aguantar la respiración.
Entonces, el mismo acto: el “aguantar la respiración”, para los niños que están jugando, constituye una decisión con cierto grado de libertad, pero en el caso del preso constituye un hecho sin ningún grado de libertad.
Entre el grado de libertad total y el grado de libertad nulo existe una gama inacabable de grados de libertad, ya que nuestra propia forma de ser, nuestras experiencias pasadas y las circunstancias actuales nos condicionan a actuar de una forma u otra. En unos casos podemos considerar que el condicionamiento será muy fuerte y en otros casos menos fuerte. Al menos aparentemente. Según esta apreciación, el albedrío podría tener un mayor o menor grado de libertad, según la fuerza de los condicionantes que nos afectan. La cuestión aquí es, ¿existe realmente algún grado de libertad? ¿O estamos totalmente condicionados a actuar tal y como lo hacemos?
La Tierra en el centro y los epiciclos
Antiguamente se consideraba que la Tierra estaba en el centro del universo, y el resto de astros giraban en círculos alrededor de la misma. El círculo era la forma perfecta y los astros, dada su perfección, tenían que seguir trayectorias circulares.
Dado que la observación de los planetas no mostraban ciertas distorsiones respecto al círculo, se ideó un sistema mediante el cual los planetas giraban en círculos cuyo centro giraba, a su vez, en círculo: círculos dando vueltas en otros círculos, y así sucesivamente. Este era el sistema de epiciclos. A medida que se realizaban más observaciones era necesario añadir más y más epiciclos en complejas combinaciones para intentar explicar las trayectorias observadas.
Podemos considerar este un caso paradigmático en el que se crea un modelo rocambolesco de la realidad con el objetivo de que esta cuadre con nuestro prejuicio previo: un prejuicio reconfortante en el que el ser humano tiene que ser el centro del universo y los astros representan la perfección circular.
Explicaciones causales e intencionales
La profesora estaba impartiendo la clase a sus alumnos cuando, de repente, Jaimito levantó la mano. La profesora preguntó:
- Jaimito, ¿por qué has levantado la mano?
A lo que Jaimito respondió:
- He levantado la mano porque un impulso nervioso que se ha generado en mis neuronas ha sido dirigido hacia mi médula espinal, que ha interpretado dicho impulso, enviando una orden hacia los nervios de mi hombro con la orden de contraer el deltoides lo que ha provocado la elevación de mi brazo.
Bien, Jaimito nunca respondió así. Realmente dijo:
– He levantado la mano porque necesito ir al baño.
La primera respuesta de Jaimito es una respuesta causal: describe las causas que han provocado el fenómeno. La segunda respuesta es intencional: describe la intención que tenía para actuar así.
Podemos considerar ambas respuestas como verdaderas, pero juegan en distinto plano o paradigma. El ser humano, salvo en experimentos de laboratorio o reflexiones filosóficas, piensa en el plano intencional, no en el causal. De hecho, intentar vivir pensando continuamente en el plano causal, nos bloquearía intentando descifrar o explicar la causa, la causa de la causa, la causa de la causa de la causa...
Comportamiento del universo
Todos podemos observar que el universo no es una sopa cósmica totalmente aleatoria (ruido blanco), sino que hay estructuras con cierto orden. Podemos observar regularidades en el universo que parecen seguir ciertos patrones de comportamiento. Podemos enunciar ciertas “leyes” de comportamiento que describen esos patrones y podemos reproducir experimentos comprobando que se ajustan al comportamiento descrito por esas leyes.
Podría haber cierta dosis de aleatoriedad en ese universo. Podría no haberla. ¿Podría haber una tercera cosa que no fueran leyes estrictas de comportamiento ni aleatoriedad? ¿qué podría ser?
Formas de abordar el problema del libre albedrío
a) causas de nuestras decisiones
Cuando tomamos una decisión acerca de una cuestión, siempre podemos preguntarnos acerca de la causa de nuestra toma de decisión. Por ejemplo, si estamos comprando en el supermercado buscando un tarro de tomate frito y vemos varios tarros de distinta marca, tamaño, precio... evaluamos y decidimos cuál vamos a comprar. Aparentemente hemos decidido libremente, aunque nos podemos preguntar: ¿por qué hemos elegido este tarro y no cualquier otro? A lo que responderemos: “porque esta es la marca que más me gusta” o “porque este es más barato” o “porque este tiene la mejor relación calidad/precio”, etc. Por concretar, pongamos que hemos respondido “porque esta es la marca que más me gusta”, a lo que podemos preguntar: ¿y porqué escoges la marca que más te gusta y no una que te guste menos? A lo que podemos responder “Porque me produce más placer degustar un sabor que se alinea mejor con mis gustos personales”, a lo que podríamos preguntar: ¿y por qué eliges lo que te produce más placer?... y así sucesivamente. Al final de la cadena de preguntas, posiblemente respondamos:
1) “porque es lo que deseo” o algo parecido. A esta pregunta podemos preguntar: ¿y no podías elegir algo que no desees? ¿y de qué forma se determina lo que deseas?
2) “no lo sé”: entonces no conocemos las causas que nos mueven a elegir una cosa u otra
3) “porque esa es mi voluntad”: en realidad, es la misma respuesta que 2)
b) determinismo: cerebro como máquina bioquímica.
Como hemos visto anteriormente, el ser humano ha observado ciertas regularidades en la naturaleza. Parece que hubiera ciertas leyes que gobiernan el comportamiento de cada aspecto del universo. Nuestro cerebro es una máquina bioquímica y, como tal, tendría que respetar las mismas leyes que el resto de elementos: no sería posible que se establecieran enlaces químicos contrarios a la química, o sus neuronas emitiesen señales eléctricas contrarias a las leyes del electromagnetismo.
Si nuestra nuestro centro pensante y de toma de decisiones reside en el cerebro o es originado por su actividad, es muy difícil aceptar que dicha actividad no sea provocada por las mismas leyes que actúan en el resto de ámbitos del universo.
c) pensamiento guiado por reglas vs arbitrariedad (azar) o algo intermedio
Nuestro pensamiento, salvo, aparentemente, en caso de locos, tiene cierta estructura y orden. En caso contrario, sería totalmente arbitrario y no podríamos seguir un discurso racional. Parece, por tanto, que hay ciertas reglas que ordenan nuestro pensamiento.
Si nuestras decisiones parten de nuestro pensamiento y todo nuestro pensamiento estuviera guiado por reglas, no habría sitio para el libre albedrío ya que nuestras decisiones estarían guiadas por dichas reglas.
La cuestión aquí es si todo nuestro pensamiento está gobernado por reglas o hay ciertas excepciones. Si hubiera excepciones, podríamos preguntarnos si esas excepciones, a su vez, siguen otro conjunto de reglas o bien funcionan arbitrariamente, al azar. En ninguno de los dos casos habría tampoco, sitio para el libre albedrío, ya que, o bien nuestras decisiones seguirían estando gobernadas por reglas, o bien actuarían al azar.
También cabría preguntarse si hay otra cosa diferente a las reglas o al azar. ¿Qué tipo de cosa podría ser?
Reflexiones finales
Sentimos, tenemos la sensación de que tenemos la capacidad de elegir libremente. Sería muy doloroso reconocer que nuestras decisiones son determinadas, en última instancia, por causas ajenas a nuestra voluntad. Sin embargo, en cuanto reflexionamos acerca del libre albedrío, si admitimos que el universo se comporta según ciertos patrones que parecen gobernar su evolución y nosotros somos parte de ese universo como cualquier otro objeto, es difícil encontrar sitio para el libre albedrío sin acudir a teorías ad hoc (acordémonos de los epiciclos) como que existe un plano no físico donde reside nuestra mente, pero que, por algún extraño motivo, dicho plano no físico puede actuar sobre el plano físico sin que este se derrumbe, todo esto para acomodar la realidad a nuestra sensación de libertad.
Ahora bien, si admitiéramos que no hay libre albedrío, surgirían una serie de cuestiones o problemas a afrontar: si, en última instancia, nuestros actos están originados por causas ajenas a nosotros, ¿qué hay de la responsabilidad de nuestros actos? Entraríamos en un estado de bloqueo al entender que no tiene sentido intentar actuar de un modo u otro, puesto que nuestro albedrío no es libre para elegir. Sin embargo, si recordamos el caso de las explicaciones causales vs intencionales, vimos que hay 2 niveles de abstracción para explicar fenómenos del comportamiento humano. En el nivel causal se determinaría que no hay sitio para el libre albedrío. El caso es que en nuestra actividad cotidiana, en el quehacer diario, nuestra conciencia activa nunca trabaja en ese paradigma, sino que actuamos en el paradigma “intencional”, según el cual tenemos una sensación de libre albedrío y sentimos y juzgamos necesario establecer una responsabilidad de nuestros actos.
La sensación de libre albedrío tiene mucho que ver con el fenómeno de la conciencia y cómo nos percibimos a nosotros mismos.
La cuestión del libre albedrío no es una cuestión trivial. Sería muy interesante que se formara una charla constructiva acerca de este tema. Por mi parte, voy a intentar plasmar aquí mis reflexiones acerca del libre albedrío. Sin duda encontraréis lagunas y errores de pensamiento. Tal vez me ayudéis a corregirlas y completarlas. O a tirarlo todo a la basura, si alguien plantea una teoría completa y satisfactoria.
Para explicar lo que pienso acerca del libre albedrío voy a tener que exponer varias cuestiones que las organizaré en estos apartados: grados de libertad, ptolomeo y los epiciclos, explicaciones causales vs intencionales, comportamiento del universo, formas de abordar el problema del libre albedrío y reflexiones finales.
Hará falta bastante paciencia por parte del sufrido lector.
Grados de libertad
Pongamos el caso en el que un par de niños están jugando a comprobar quién aguanta más tiempo la respiración bajo agua. Ambos deciden jugar a ese juego sin presiones externas, disponen de los medios materiales y temporales para realizar dicho juego. Podemos decir que tienen un gran grado de libertad para decidir aguantar o no la respiración.
Pongamos en un caso límite a un preso al que están torturando, privándole de toda libertad de movimientos y le introducen la cabeza bajo agua durante el tiempo suficiente para que llegue al punto anterior al ahogamiento. Después le sacan la cabeza del agua: justo en ese instante, podemos considerar que esa persona no es libre de elegir si va a aguantar la respiración o no, ya que su instinto de supervivencia le obligará a respirar. Podemos poner este ejemplo como un caso de grado de libertad nulo para la toma de la decisión de respirar o aguantar la respiración.
Entonces, el mismo acto: el “aguantar la respiración”, para los niños que están jugando, constituye una decisión con cierto grado de libertad, pero en el caso del preso constituye un hecho sin ningún grado de libertad.
Entre el grado de libertad total y el grado de libertad nulo existe una gama inacabable de grados de libertad, ya que nuestra propia forma de ser, nuestras experiencias pasadas y las circunstancias actuales nos condicionan a actuar de una forma u otra. En unos casos podemos considerar que el condicionamiento será muy fuerte y en otros casos menos fuerte. Al menos aparentemente. Según esta apreciación, el albedrío podría tener un mayor o menor grado de libertad, según la fuerza de los condicionantes que nos afectan. La cuestión aquí es, ¿existe realmente algún grado de libertad? ¿O estamos totalmente condicionados a actuar tal y como lo hacemos?
La Tierra en el centro y los epiciclos
Antiguamente se consideraba que la Tierra estaba en el centro del universo, y el resto de astros giraban en círculos alrededor de la misma. El círculo era la forma perfecta y los astros, dada su perfección, tenían que seguir trayectorias circulares.
Dado que la observación de los planetas no mostraban ciertas distorsiones respecto al círculo, se ideó un sistema mediante el cual los planetas giraban en círculos cuyo centro giraba, a su vez, en círculo: círculos dando vueltas en otros círculos, y así sucesivamente. Este era el sistema de epiciclos. A medida que se realizaban más observaciones era necesario añadir más y más epiciclos en complejas combinaciones para intentar explicar las trayectorias observadas.
Podemos considerar este un caso paradigmático en el que se crea un modelo rocambolesco de la realidad con el objetivo de que esta cuadre con nuestro prejuicio previo: un prejuicio reconfortante en el que el ser humano tiene que ser el centro del universo y los astros representan la perfección circular.
Explicaciones causales e intencionales
La profesora estaba impartiendo la clase a sus alumnos cuando, de repente, Jaimito levantó la mano. La profesora preguntó:
- Jaimito, ¿por qué has levantado la mano?
A lo que Jaimito respondió:
- He levantado la mano porque un impulso nervioso que se ha generado en mis neuronas ha sido dirigido hacia mi médula espinal, que ha interpretado dicho impulso, enviando una orden hacia los nervios de mi hombro con la orden de contraer el deltoides lo que ha provocado la elevación de mi brazo.
Bien, Jaimito nunca respondió así. Realmente dijo:
– He levantado la mano porque necesito ir al baño.
La primera respuesta de Jaimito es una respuesta causal: describe las causas que han provocado el fenómeno. La segunda respuesta es intencional: describe la intención que tenía para actuar así.
Podemos considerar ambas respuestas como verdaderas, pero juegan en distinto plano o paradigma. El ser humano, salvo en experimentos de laboratorio o reflexiones filosóficas, piensa en el plano intencional, no en el causal. De hecho, intentar vivir pensando continuamente en el plano causal, nos bloquearía intentando descifrar o explicar la causa, la causa de la causa, la causa de la causa de la causa...
Comportamiento del universo
Todos podemos observar que el universo no es una sopa cósmica totalmente aleatoria (ruido blanco), sino que hay estructuras con cierto orden. Podemos observar regularidades en el universo que parecen seguir ciertos patrones de comportamiento. Podemos enunciar ciertas “leyes” de comportamiento que describen esos patrones y podemos reproducir experimentos comprobando que se ajustan al comportamiento descrito por esas leyes.
Podría haber cierta dosis de aleatoriedad en ese universo. Podría no haberla. ¿Podría haber una tercera cosa que no fueran leyes estrictas de comportamiento ni aleatoriedad? ¿qué podría ser?
Formas de abordar el problema del libre albedrío
a) causas de nuestras decisiones
Cuando tomamos una decisión acerca de una cuestión, siempre podemos preguntarnos acerca de la causa de nuestra toma de decisión. Por ejemplo, si estamos comprando en el supermercado buscando un tarro de tomate frito y vemos varios tarros de distinta marca, tamaño, precio... evaluamos y decidimos cuál vamos a comprar. Aparentemente hemos decidido libremente, aunque nos podemos preguntar: ¿por qué hemos elegido este tarro y no cualquier otro? A lo que responderemos: “porque esta es la marca que más me gusta” o “porque este es más barato” o “porque este tiene la mejor relación calidad/precio”, etc. Por concretar, pongamos que hemos respondido “porque esta es la marca que más me gusta”, a lo que podemos preguntar: ¿y porqué escoges la marca que más te gusta y no una que te guste menos? A lo que podemos responder “Porque me produce más placer degustar un sabor que se alinea mejor con mis gustos personales”, a lo que podríamos preguntar: ¿y por qué eliges lo que te produce más placer?... y así sucesivamente. Al final de la cadena de preguntas, posiblemente respondamos:
1) “porque es lo que deseo” o algo parecido. A esta pregunta podemos preguntar: ¿y no podías elegir algo que no desees? ¿y de qué forma se determina lo que deseas?
2) “no lo sé”: entonces no conocemos las causas que nos mueven a elegir una cosa u otra
3) “porque esa es mi voluntad”: en realidad, es la misma respuesta que 2)
b) determinismo: cerebro como máquina bioquímica.
Como hemos visto anteriormente, el ser humano ha observado ciertas regularidades en la naturaleza. Parece que hubiera ciertas leyes que gobiernan el comportamiento de cada aspecto del universo. Nuestro cerebro es una máquina bioquímica y, como tal, tendría que respetar las mismas leyes que el resto de elementos: no sería posible que se establecieran enlaces químicos contrarios a la química, o sus neuronas emitiesen señales eléctricas contrarias a las leyes del electromagnetismo.
Si nuestra nuestro centro pensante y de toma de decisiones reside en el cerebro o es originado por su actividad, es muy difícil aceptar que dicha actividad no sea provocada por las mismas leyes que actúan en el resto de ámbitos del universo.
c) pensamiento guiado por reglas vs arbitrariedad (azar) o algo intermedio
Nuestro pensamiento, salvo, aparentemente, en caso de locos, tiene cierta estructura y orden. En caso contrario, sería totalmente arbitrario y no podríamos seguir un discurso racional. Parece, por tanto, que hay ciertas reglas que ordenan nuestro pensamiento.
Si nuestras decisiones parten de nuestro pensamiento y todo nuestro pensamiento estuviera guiado por reglas, no habría sitio para el libre albedrío ya que nuestras decisiones estarían guiadas por dichas reglas.
La cuestión aquí es si todo nuestro pensamiento está gobernado por reglas o hay ciertas excepciones. Si hubiera excepciones, podríamos preguntarnos si esas excepciones, a su vez, siguen otro conjunto de reglas o bien funcionan arbitrariamente, al azar. En ninguno de los dos casos habría tampoco, sitio para el libre albedrío, ya que, o bien nuestras decisiones seguirían estando gobernadas por reglas, o bien actuarían al azar.
También cabría preguntarse si hay otra cosa diferente a las reglas o al azar. ¿Qué tipo de cosa podría ser?
Reflexiones finales
Sentimos, tenemos la sensación de que tenemos la capacidad de elegir libremente. Sería muy doloroso reconocer que nuestras decisiones son determinadas, en última instancia, por causas ajenas a nuestra voluntad. Sin embargo, en cuanto reflexionamos acerca del libre albedrío, si admitimos que el universo se comporta según ciertos patrones que parecen gobernar su evolución y nosotros somos parte de ese universo como cualquier otro objeto, es difícil encontrar sitio para el libre albedrío sin acudir a teorías ad hoc (acordémonos de los epiciclos) como que existe un plano no físico donde reside nuestra mente, pero que, por algún extraño motivo, dicho plano no físico puede actuar sobre el plano físico sin que este se derrumbe, todo esto para acomodar la realidad a nuestra sensación de libertad.
Ahora bien, si admitiéramos que no hay libre albedrío, surgirían una serie de cuestiones o problemas a afrontar: si, en última instancia, nuestros actos están originados por causas ajenas a nosotros, ¿qué hay de la responsabilidad de nuestros actos? Entraríamos en un estado de bloqueo al entender que no tiene sentido intentar actuar de un modo u otro, puesto que nuestro albedrío no es libre para elegir. Sin embargo, si recordamos el caso de las explicaciones causales vs intencionales, vimos que hay 2 niveles de abstracción para explicar fenómenos del comportamiento humano. En el nivel causal se determinaría que no hay sitio para el libre albedrío. El caso es que en nuestra actividad cotidiana, en el quehacer diario, nuestra conciencia activa nunca trabaja en ese paradigma, sino que actuamos en el paradigma “intencional”, según el cual tenemos una sensación de libre albedrío y sentimos y juzgamos necesario establecer una responsabilidad de nuestros actos.
La sensación de libre albedrío tiene mucho que ver con el fenómeno de la conciencia y cómo nos percibimos a nosotros mismos.
Has planteado la cuestión brillantemente, el problema que veo es que a nivel filosófico la idea del libre albedrío es insostenible. Es racional pensar que un efecto tiene una causa (o varias) y viceversa, y no veo porqué motivo eximir a la intencionalidad de ese mismo proceso explicativo (condicionamiento etc).
Si asumimos que la estructura del cerebro humano está costituida de forma análoga al mundo que conocemos es probable que siga las mismas pautas racionales.
Ahora bien, como sabeis, yo dudo de la mayor. Creo que nuestros modelos explicativos racionales no son la realidad, sino aproximaciones funcionales a la misma en base, fundamentalmente, a los patrones de repetición y las regularidades que percibimos. Y eso me lleva, paradójicamente a Hume y a su crítica al racionalismo: No existe conexión lógica (es decir racional, osea necesaria) entre causa y efecto, sino contigüidad etc, etc
La cuestión de si algo (el cerebro) que conoce la realidad de forma racional pudiera a su vez no serlo completa o necesariamente, es algo dificil de imaginar, que desborda el ámbito científico y abre la veda mística. Pero yo no lo descartaría por completo.
De todas formas, aunque lleguemos a establecer un determinismo físico en los procesos de elección (de hecho las investigaciones a puntan a que nuestras decisiones son previamente tomadas por el cerebro pero la conciencia ejerce de censor, es decir "elije" hacerlo o no, con lo cual para mi la cuestión sigue en el mismo punto ¿qué determina la elección de la conciencia?), está claro que el "sentimiento" de libertad, por algun motivo, es beneficioso o evolutivamente favorable para la supervivencia (¿no será un premio químico que el cerebro se da a sí mismo cuando elije correctamente?)
en fin, perdón por el batiburrillo de ideas.
Si asumimos que la estructura del cerebro humano está costituida de forma análoga al mundo que conocemos es probable que siga las mismas pautas racionales.
Ahora bien, como sabeis, yo dudo de la mayor. Creo que nuestros modelos explicativos racionales no son la realidad, sino aproximaciones funcionales a la misma en base, fundamentalmente, a los patrones de repetición y las regularidades que percibimos. Y eso me lleva, paradójicamente a Hume y a su crítica al racionalismo: No existe conexión lógica (es decir racional, osea necesaria) entre causa y efecto, sino contigüidad etc, etc
La cuestión de si algo (el cerebro) que conoce la realidad de forma racional pudiera a su vez no serlo completa o necesariamente, es algo dificil de imaginar, que desborda el ámbito científico y abre la veda mística. Pero yo no lo descartaría por completo.
De todas formas, aunque lleguemos a establecer un determinismo físico en los procesos de elección (de hecho las investigaciones a puntan a que nuestras decisiones son previamente tomadas por el cerebro pero la conciencia ejerce de censor, es decir "elije" hacerlo o no, con lo cual para mi la cuestión sigue en el mismo punto ¿qué determina la elección de la conciencia?), está claro que el "sentimiento" de libertad, por algun motivo, es beneficioso o evolutivamente favorable para la supervivencia (¿no será un premio químico que el cerebro se da a sí mismo cuando elije correctamente?)
en fin, perdón por el batiburrillo de ideas.
The Pilgrim escribió:Creo que nuestros modelos explicativos racionales no son la realidad, sino aproximaciones funcionales a la misma en base, fundamentalmente, a los patrones de repetición y las regularidades que percibimos. Y eso me lleva, paradójicamente a Hume y a su crítica al racionalismo: No existe conexión lógica (es decir racional, osea necesaria) entre causa y efecto, sino contigüidad etc, etc
Sí, el mapa no es el terreno. Partiendo de la base que hay un terreno, si queremos conocerlo, la forma más eficaz hasta ahora, ha sido trazando el mapa mediante el método científico.
Una puntualidad respecto a la crítica de Hume: no dice que no exista una relación entre la causa y efecto, sino que nosotros no podemos percibirla, ya que sólo percibimos la contigüidad. La crítica de Hume es incontestable. No obstante, me atengo a lo anterior: si hay una conexión entre causa y efecto, la forma más eficaz de descubrirla, hasta ahora, es mediante el método científico.
#262 Ni tomates ni viñas, ni internet (estos días) aunque sí un folio en blanco y un boli, y un tiempo que me invitaba a no salir mucho a la calle.
Había una vez un hombre encerrado en una habitación con una puerta. A cada hora le pasaban por debajo de la puerta un papel con un número anotado. El hombre iba colocando los papeles por orden de llegada en un montón.
Al cabo de las horas se puso a revisar los números y vio que seguían cierto patrón, con lo que se aventuró a escribir el que suponía que sería el siguiente número de la lista. Lo apuntó en un papel y lo pasó por debajo de la puerta. Inmediatamente, como premio, se abrió la puerta y le pasaron comida y bebida.
A la siguiente hora, recibió otro papel con otro número. El hombre comprobó que el número correspondía al patrón que había observado y se aventuró a escribir el que pensaba que era el siguiente número de la lista y pasarlo por debajo de la puerta. Lamentablemente, en esta ocasión no recibió premio. A la siguiente hora recibió el número y comprobó que, efectivamente, no era el que él había esperado. Estuvo reflexionando largo rato hasta que, por fin, descubrió otra fórmula más elaborada que explicaba tanto la secuencia anterior, como el último número que había recibido. Resultaba que, aparentemente, la fórmula que estaban utilizando los captores no era tan simple como había supuesto en un principio. Se aventuró a escribir el número predicho por esta nueva fórmula y, en esta ocasión, volvió a recibir un premio.
Al cabo del tiempo, se quedó pensando: "Realmente, no sé si están siguiendo alguna fórmula o están escribiendo los números al azar, o si tal vez, en cualquier momento van a cambiar de fórmula. Bien, lo único que sé es que hasta ahora, los números que me han pasado se pueden explicar mediante una familia de fórmulas. Si lo están escribiendo al azar, desde luego, se está produciendo un desafío de la probabilidad asombroso pero, lamentablemente, nunca tendré la certeza al 100% de saber el próximo número de la secuencia. Si están usando alguna fórmula, mi objetivo es descubrirla observando los números pasados y razonando. Entonces, hay varias opciones:
a) que los números sean al azar, con lo que no sobreviviré demasiado tiempo
b) que los números sigan una fórmula, con lo que tendré alguna oportunidad de sobrevivir"
Bien, la ciencia actúa "como si" b) simplemente porque es nuestra mejor opción para la supervivencia. Hasta ahora ha funcionado. No sabemos si seguirá funcionando, pero no tenemos mejor opción. Realmente, no conozco ninguna filosofía ni creencia que establezca tan pocas premisas para funcionar, a saber, "el principio de causalidad y el de uniformidad de la naturaleza" (*).
Ahora, voy a recordad lo que dije acerca de la filosofía del "como si":
Bien, se puede ver que lo peligroso de las filosofías del "como si" es que les son indiferentes la verdad o el conocimiento. En el caso de la ciencia, el "como si" se refiere a "como si" se pudiera alcanzar ese conocimiento.
(*) Confiamos en la uniformidad de la naturaleza porque razonamos de manera causal (el pasado causa el futuro) y aceptamos el principio de causalidad porque suponemos que la naturaleza sigue un curso constante.
Análisis del principio de causalidad (Francesc Llorens)
Al cabo de las horas se puso a revisar los números y vio que seguían cierto patrón, con lo que se aventuró a escribir el que suponía que sería el siguiente número de la lista. Lo apuntó en un papel y lo pasó por debajo de la puerta. Inmediatamente, como premio, se abrió la puerta y le pasaron comida y bebida.
A la siguiente hora, recibió otro papel con otro número. El hombre comprobó que el número correspondía al patrón que había observado y se aventuró a escribir el que pensaba que era el siguiente número de la lista y pasarlo por debajo de la puerta. Lamentablemente, en esta ocasión no recibió premio. A la siguiente hora recibió el número y comprobó que, efectivamente, no era el que él había esperado. Estuvo reflexionando largo rato hasta que, por fin, descubrió otra fórmula más elaborada que explicaba tanto la secuencia anterior, como el último número que había recibido. Resultaba que, aparentemente, la fórmula que estaban utilizando los captores no era tan simple como había supuesto en un principio. Se aventuró a escribir el número predicho por esta nueva fórmula y, en esta ocasión, volvió a recibir un premio.
Al cabo del tiempo, se quedó pensando: "Realmente, no sé si están siguiendo alguna fórmula o están escribiendo los números al azar, o si tal vez, en cualquier momento van a cambiar de fórmula. Bien, lo único que sé es que hasta ahora, los números que me han pasado se pueden explicar mediante una familia de fórmulas. Si lo están escribiendo al azar, desde luego, se está produciendo un desafío de la probabilidad asombroso pero, lamentablemente, nunca tendré la certeza al 100% de saber el próximo número de la secuencia. Si están usando alguna fórmula, mi objetivo es descubrirla observando los números pasados y razonando. Entonces, hay varias opciones:
a) que los números sean al azar, con lo que no sobreviviré demasiado tiempo
b) que los números sigan una fórmula, con lo que tendré alguna oportunidad de sobrevivir"
Bien, la ciencia actúa "como si" b) simplemente porque es nuestra mejor opción para la supervivencia. Hasta ahora ha funcionado. No sabemos si seguirá funcionando, pero no tenemos mejor opción. Realmente, no conozco ninguna filosofía ni creencia que establezca tan pocas premisas para funcionar, a saber, "el principio de causalidad y el de uniformidad de la naturaleza" (*).
Ahora, voy a recordad lo que dije acerca de la filosofía del "como si":
supertorpe escribió:Eso me suena a filosofía del "como si": actuar de acuerdo a unos principios como si fueran verdaderos, aún sabiendo que no lo son, o sin tan siquiera plantearse si lo son o no, simplemente por el hecho de que me proporcionan algún tipo de compensación (léase felicidad en este caso). Se me hace muy difícil de aceptar, además de muy peligrosa esa filosofía.
Bien, se puede ver que lo peligroso de las filosofías del "como si" es que les son indiferentes la verdad o el conocimiento. En el caso de la ciencia, el "como si" se refiere a "como si" se pudiera alcanzar ese conocimiento.
(*) Confiamos en la uniformidad de la naturaleza porque razonamos de manera causal (el pasado causa el futuro) y aceptamos el principio de causalidad porque suponemos que la naturaleza sigue un curso constante.
Análisis del principio de causalidad (Francesc Llorens)
supertorpe escribió:Bien, la ciencia actúa "como si" b) simplemente porque es nuestra mejor opción para la supervivencia. Hasta ahora ha funcionado. No sabemos si seguirá funcionando, pero no tenemos mejor opción. Realmente, no conozco ninguna filosofía ni creencia que establezca tan pocas premisas para funcionar, a saber, "el principio de causalidad y el de uniformidad de la naturaleza" (*).
Ahora, voy a recordad lo que dije acerca de la filosofía del "como si":
supertorpe escribió:
Eso me suena a filosofía del "como si": actuar de acuerdo a unos principios como si fueran verdaderos, aún sabiendo que no lo son, o sin tan siquiera plantearse si lo son o no, simplemente por el hecho de que me proporcionan algún tipo de compensación (léase felicidad en este caso). Se me hace muy difícil de aceptar, además de muy peligrosa esa filosofía.
Bien, se puede ver que lo peligroso de las filosofías del "como si" es que les son indiferentes la verdad o el conocimiento. En el caso de la ciencia, el "como si" se refiere a "como si" se pudiera alcanzar ese conocimiento.
Publícalo.
The Pilgrim escribió:Lo que está puesto en duda No es que la ciencia funciona, sino que los modelos teóricos verificados "representen" la realidad objetiva del mundo con independencia absoluta de la estructura de la mente y el contexto social, valores etc.
Bueno, sólo hay que coger un puñado de estudios científicos y comprobar si son reproducibles por personas diferentes, de distintas culturas, contextos sociales y valores. Si se obtienen los mismos resultados, podemos concluir que son independientes de esas variables.
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