Sus_an escribió:
¿Has oído algo sobre el pecado original y el 'Paraíso' mundo perfecto que creó Dios?
Supertorpe escribió:
Si lo perfecto no puede generar lo imperfecto y del Paraíso se derivo un mundo imperfecto, colegimos que el Paraíso no era perfecto. Si seguimos tirando del hilo hacia atrás, concluímos que Dios no era perfecto; por lo que, por reducción al absurdo, concluímos que Dios no existe.
Le pregunté si había ‘oído algo’ sobre ‘el pecado original y el 'Paraíso' mundo perfecto que creó Dios’ para ver con su respuesta qué es exactamente lo que ‘había oído’.
En verdad, si le contaron alguna vez que el Paraíso era perfecto, le mintieron.
La imperfección es "falta de perfección". Dios es la perfección suma. En todo lo demás "Falta perfección" porque sólo Dios es perfecto.
Todo cuanto Dios creó era menos que perfecto. Nada de cuanto Dios creó podía ser perfecto. Si fuera perfecto sería Dios. Por ejemplo, los seres humanos no son omniscientes, u omnipotentes, u omnipresentes, como Dios es.
Ellos no son perfectos, y en verdad no pueden serlo porque sólo hay un Dios (que es la Santísima Trinidad) y Él es perfecto y autoexistente, no necesitando nada en absoluto. Los seres humanos son limitados en el conocimiento y la capacidad; no eran perfectos.
No es en absoluto lo mismo, que algo sea extremadamente bueno, a que algo sea perfecto.
(Génesis 1, 31)
“Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno.” Y era todo sin pecado, todo era extremadamente bueno.
El Paraíso no era perfecto, porque el Paraíso no era Dios. Los humanos no eran perfectos porque los humanos no eran Dios.
Lo que no es Dios, no puede ser igual a Dios.
Dios no lo haría así, Dios no crearía a un segundo Dios, porque no sería Dios: eterno y autoexistente.
Dios creó a los ángeles, y ellos tenían la libertad y el libre albedrío para elegir pecar o no pecar.
Dios quiere que libremente le amemos, y amamos a Dios cuando elegimos hacer sólo el bien, lo bueno. Sin la libertad no podríamos amar a Dios verdaderamente. La libertad no hizo menos buenos a los ángeles ni a los humanos: Adán y Eva.
Pero en el mundo que No contenía pecado -porque de Dios no sale pecado ni mal alguno-, por medio de la libre elección al mal de un Ángel de Dios, albergó a este ‘ángel caído’ que tentó al hombre para que igual hiciera el mal, y el hombre que también podía haber elegido rechazar a la mala tentación, la aceptó y pecó.
El pecado no vino al Paraíso por CAUSA de Dios, sino por causa de la libertad mal usada que eligió pecar cuando podía elegir no pecar.
Dando la libertad y el libre albedrío a los ángeles y al hombre, Dios sabía que había la posibilidad de que usaran mal esa libertad y pecaran. Que Dios lo SEPA, no significa que Dios fuera malo por darles libertad (sería al contrario y Dios nunca nos manipularía obligándonos a amarle y elegir sólo el bien y lo bueno).
Dios lo sabe todo, sabía que pecarían y aún así creó a los ángeles y al hombre. ¿Por qué? Porque como Dios no depende del tiempo ni del espacio para existir, para Dios no hay tiempo, y mis acciones futuras y pasadas para Dios son siempre –para ponerlo en palabras- “presentes” (por intentar decirlo de alguna manera ya que para Dios no existe el tiempo)
¿No valía ‘la pena’ que Dios crease a los ángeles ni a la humanidad sabiendo que por medio de ella, lo tan bueno que Dios creó -por salir de Dios y no contener pecado ni mal alguno-, se ‘transformaría’ en un mundo donde a partir de entonces habría ignorancia, mortalidad, sufrimiento (no por causa de Dios, sino sufrimiento por las malas consecuencias propias de cometer el mal, el pecado)?
Yo me alegro de que Dios nos creara, porque nos amó desde toda la eternidad y por eso nos creó. Aunque las cosas no son como Dios quería que fuesen, ya que Dios no quiere ni el mal ni el pecado, pero siempre quiere la libertad. (Y la libertad
mal usada significa eso, el elegir el mal, el pecado)
Dr. Pablo Domínguez Prieto escribió:
“La pretensión humana de que la razón es absoluta, es absurda. Aunque sea una razón real, consistente y con capacidad de coherencia, la razón es limitada”
Una razón que no se cree absoluta. Es una razón que se sabe participando de una razón superior. Es una razón que reconoce sus límites.
“La apertura del hombre hacia la trascendencia es connatural a su razón. La apertura de la razón a la fe, es connatural a la razón”