Alguien escribió:
Esto es el Lerrouxismo del Siglo XXI. Ni más ni menos.
"A Pablo Iglesias le han comparado mucho estos días con Lerroux. El "lerrouxismo" en Cataluña es un insulto con el que se nombra toda forma presunta o real de populismo anticatalán y criptoespañol con buena acogida entre las clases populares. El ejemplo se toma de los primeros años del siglo XX, cuando bajo el nombre de Lerroux se organizó el primer partido obrero de Barcelona, el primero opuesto al catalanismo conservador de la Lliga. Hay otros términos parecidos y todos en las misma línea: anselmolorencismo, faísmo... Las élites catalanas han tenido siempre una extraordinaria capacidad para convertir a sus enemigos en enemigos de todos, en enemigos de Catalunya."
"¿Pero acaso no es la historia de este sector olvidado la parte que explica el resto? Durante los años setenta, el antifranquismo de las clases medias vibraba con el cinturón rojo de Barcelona. No le quedaba más remedio. Entonces era una verdad evidente: el fin de la dictadura vendría de las movilizaciones obreras. Así fue en las huelgas generales del Baix Llobregat, de Sabadell, que se sumaron a las de Vitoria, Madrid, y otros tantos lugares que en el invierno de 1976 hicieron inviable la continuidad del franquismo sin Franco. En 1979, tras las primeras elecciones municipales, Cornellá, Sabadell, Rubí, el Prat de Llobregat, Santa Coloma y hasta una treintena de ciudades obreras tuvieron un alcalde comunista."
"Pero en 1980, un partido no muy significativo, que hasta entonces no había superado el 18% de los votos, CiU, lograba la mayoría en las primeras elecciones autonómicas. Lo hacía con innumerables apoyos, de la patronal, de las élites catalanas, de España –incluso Fraga decidió no presentarse a estas elecciones para no dividir el voto de la derecha–. Su mérito: haber evitado el primer gobierno social-comunista del Estado español. Ganó hablando como la verdadera "gent de casa". Su victoria, que a la izquierda le pareció temporal y precaria, se repitió durante los siguientes 24 años."
"Durante ese largo periodo –el del régimen catalán– el cinturón rojo de la metrópoli barcelonesa sencillamente desapareció de la política local, quedando como reserva de votos del PSC, los herederos del PSUC y de un creciente abstencionismo. La fuerza de Pablo Iglesias residió en señalar una obviedad: "No tienen más patria que su dinero".
Pero para decir esta obviedad hay que dar un triple salto mortal en Catalunya que consiste en reconocer que las posibilidades de ruptura no están en el estrecho marco de la "sociedad civil catalana", sino fuera, entre los excluidos de la misma."