Siempre digo que el CD, en cuanto a negocio, es como una botella de vino: una unidad de venta indivisible y nada más. CD no es igual a música, igual que botella no es igual a vino. Son envases de venta. La única diferencia es que no hay sustitutivos digitales del vino y por eso se sigue comprando. Pero el CD ha topado con su muro.
Todo este lío que tenemos montado sólo toca los derechos de autor tangencialmente... el problema es que hemos dejado de vender la cosecha de CDs anual, y a diferencia de casi cualquier otro sector, en vez de reconvertirse o abandonar, se monta una estructura legal y recaudatoria inaudita para mantener las cifras a flote, con el apoyo de gobiernos pringados hasta las trancas por las grandes empresas y de espaldas a la población. Incluido el actual, en lo que toca a España. Como todos, vaya.
El tema cansa un poco... a ver si la llamada "industria" se recupera de una vez del KO técnico en el que está y empieza a adaptarse a las novedades que ha impuesto la tecnología. Porque lo de llorar por las ventas de CDs y criminalizar al consumidor de verdad que produce un hastío terrible. Qué pena, ahora venden menos CDs... ¿y? ¡Que no quiero sus CDs para nada, oiga!
El gran argumento es la "propiedad" sobre la música grabada. Se dice que pasarse un mp3 es robar y que alguien ha de pagar por ello, como quien choricea un mercedes... pues yo ya estoy harto de este tipo de cosas. Supongamos que no hay internet... tendríamos que taparnos los oidos al escuchar el equipo de música del vecino para no "robar"? La música es algo inmaterial y reclamar derechos absolutos de propiedad sobre ella, dada la tecnología disponible, empieza a sonar a rancio. Todo el montaje de derechos de autor nació con la industria fonográfica, es decir, cuando pudimos transformar lo inmaterial del sonido en algo material (un disco). En ese momento, la música adquirió un nuevo valor; cada copia de un disco era igual a dinero, y por tanto y como siempre, había que aclarar quién se llevaba qué.
Pero el disco se acabó, señores. Los entornos digitales han vuelto a desmaterializar el sonido, y a su supuesta propiedad al mismo tiempo. La gente no necesita comprar el soporte, y por tanto y como es natural, no lo compra.
Claro que hay mucha gente detrás que trabaja en estudios y tiene que ganarse el pan, pero analizando esto con cuidado... ¿qué argumento es ese? Trabajar sin más no vale nada: el valor es lo que la gente paga por las cosas en el mercado, y ahora nadie quiere comprar un CD. Es como si aparece ahora un herrero diciendo que las metalúrgicas y la producción industrial le han robado el pan... ¿y a mí que me cuenta? Dedíquese a otra cosa, o transfórmese.