Estimado amigo apodado Proty.
En llegando a mis ojos estas sus palabras asaz llenas de vituperios y menosprecios que casi parece que lo diera del asno a mi escudero Rubén, y en habiendo escuchado yo días ha varias canciones por aqueste y sus amigos elaboradas y es esto en mí de manera que a mi parecer sonaban a un otro mundo en lo que a virtuosas o bien fechas se refiere, atácame a mí la duda por conocer a qué punto llegan las vuesas elaboraciones a igualar e mesmo superar las de aquestes.
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Es por ello que sería de grande provecho para entrambos el que pudiéralas yo conecer y escuchar, pues se me antoja ser cosa asaz imposible e dificultosa e no me pasa por el pensamiento quien pueda llegar a tan altos estremos de perfección e donaire.
Es pues mi deseo el pedirle sea por vos facilitada una de las suyas canciones o título de la mesma para que la pueda yo mercar o la manera en que llegue a mis oídos.
Más no siendo así, castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo haya, que no está en boca de cuerdos proferir semejantes agravios a la razón, que a la sinrazón ocupan los tales por vuesa merced dichos.
Y no es mi intención con esto reñir ni provocar pendencia, sino sólo satisfacer la mía curiosidad, pues "no, no, ni Dios lo permita o quiera. Los varones prudentes, las repúblicas bien concertadas, por cuatro cosas han de tomar las armas y desenvainar las espadas, y poner a riesgo sus personas, vidas y haciendas: la primera, por defender la fé católica, la segunda, por defender su vida, que es de ley natural y divina; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, en servicio de su rey, en la guerra justa; y si le quisiéremos añadir la quinta, que se puede contar por segunda, es en defensa de su patria. A estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar algunas otras que sean justas y razonables, y que obliguen a tomar las armas; pero tomarlas por niñerías y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso; cuanto más que el tomar venganza injusta, que justa no puede haber alguna que lo sea, va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y amemos a los que nos aborrecen; mandamiento que, aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo, y más de carne que de espíritu, porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro dijo que su yugo era suave y su carga liviana; y así, no nos había de mandar cosa que fuese imposible el cumplirla. Así que, mis señores, vuesas mercedes están obligados por leyes divinas y humanas a sosegarse".