teniente_powell escribió:Ahí iba yo, y esa es la cabeza del cordero. Cuando maduras, te haces mayor, responsable, sabio, .... te das cuenta de que todo eso que te gustaba antes, se queda en el camino. En 10 años nadie recordará el trap. Es entonces cuando te pasas al rock.
Y luego, cuando ya peinas canas o sacas brillo a un exceso de frente, entonces es cuando, además, añades las sinfonías de Tchaikovsky.
No creo que esto sea así del todo. Tal como ha dicho Klaus Von Hohenfollen, parece que los gustos musicales se forjan en la adolescencia. Se publicó un hilo sobre el tema hace algún tiempo.
Por eso digo que esta generación ya está perdida.
Yo tengo unos gustos musicales especialillos en el sentido de que hay cosas que me gustan mucho y otros estilos que no me gustan e incluso alguno que no soporto, y eso me pasa desde pequeño, pero muy pequeño.
A grandes rasgos me gustan 3 grupos distintos: la música electrónica con sonidos muy sintéticos y me gustan el trance, el acid, el hard trance, la cósmica,etc... el segundo es la clásica, aunque no me gusta demasiado la ópera, y el tercer grupo es el de la música andina. Cuando era pequeño, soy de principio de los 70, casi todo era rock o música ligera y en casa se escuchaba mucha música y muy variada. Mis padres me tuvieron demasiado jóvenes, pero eso significaba que en casa de mis abuelos, que son los que me criaron, estaban mi abuelo que escuchaba sardanas, habaneras y otras músicas tradicionales catalanas; mi abuela que escuchaba la nova cançó catalana y otras cosas como Georges Moustaki, Demis Roussos, etc...; mi padre escuchaba cosas más modernas como pop rock y sobretodo mucha disco y funky, además también salsa y cosas como Sisa, Serrat, y rumba catalana; mis tíos adolescentes escuchaban música andina y canción protesta latinoamericana y catalana y folclore argentino y el otro todo lo más comercial, desde rock sinfónico hasta pop, desde disco hasta synthpop... Además mi padre tocaba en algunos conjuntos y mis tios también tocaban varios instrumentos y el de la música andina se relacionaba mucho con músicos aficionados, por lo que desde siempre viví la música como algo importante y muy variable y entendí la disparidad de gustos como algo normal. A cada uno le gustaba una música distinta de la misma forma que cada uno tenía sus gustos culinarios o su propia forma de vestir.
Desde muy pequeño mostré predilección por la música andina, la clásica, y sobretodo por los sonidos sintéticos y en casa me conseguían música de la que parecía gustarme más.
Con los años ha ido evolucionando cada tipo de música que escucho, pero siguen gustándome esos 3 bloques, sigo escuchando algunas cosas a parte o inlcuso descubriendo cosas nuevas que me gustan más o menos, y la que no me gustaba, sigue sin hacerlo, pero mi gusto musical es el mismo desde pequeño.
Los chavales evitan lo que les gusta a los mayores porque lo consideran de viejos sin molestarse en escucharlo si quiera y son bastante radicales en eso. Además se estandarizan bastante pues parece que todos deben ver los mismos videos y escuchar las mismas cosas. Para cuando llega el momento de forjar una identidad propia, en la adolescencia, no conocen la variedad que conocíamos nosotros en nuestra época y por lo tanto no la escuchan y no se impregnan y dentro de unos años será demasiado tarde.
Es paradójico que en el momento de la historia en el que tienen más acceso a información, datos, estilos, etc... pues lo tienen al alcance de una búsqueda, sea cuando menos les interesa buscar y diversificar. Viven en base a la viralidad y por ello todos ven y escuchan lo mismo, que además olvidan en cuanto deja de ser viral.
Tampoco tienen la costumbre de reproducir música en formato físico, y eso se nota mucho. Nosotros poníamos vinilos, cassettes y después CDs, y cuando tenías uno, seguía estando siempre ahí en su armario, cajón o donde fuera, y habíamos crecido viendo a nuestros mayores haciendo eso mismo, aunque fuese poniendo cintas de Manolo Escobar. Hoy en día la música es algo que se ve en youtube y no se guarda, no se ha pagado con los ahorros ni ocupa un lugar en la estanteria, no es una posesión de la que estar orgulloso, es simplemente un enlace que se recibe de un amigo y se envía a otro y después se olvida. Ni siquiera ven a sus padres escuchando música porque no suelen estar nunca en casa y cuando están ven la tele en el sofá mientras ellos ven a youtubers haciendo sus cosas en la tablet o el móvil. Es asombroso comprobar cuantas casas ya no tienen ni un triste reproductor de CD o DVD y ni hablar de un tocadiscos.