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Mierda es todo eso; pero Twitter ya es el acabose, con cientos de tristes haciéndose los ingeniosos, y políticos (me imagino que manejados por secretarias o listillos con menos futuro que yo).
Pero la mierda de las mierdas es instagram, no subo ahí una de mis fotos ni por la piedra filosofal.
Bien, volviendo al tema del hilo:
Peladilla de justo antes de Nochebuena
Llevo unos días en una de esas acciones desesperadas para recoger el estudio, toda la pandemia de desastre acumulado, pierdo púas, me vuelvo majareta, da asco y además es que han de pasar a probar la batería Roland que vendo, ya tuve que sacar para limpiarla de polvo acumulado de estos meses.
Me dejaron hace poco una pedalera Line Pod X3 live, de hace años; pero interesante (y prestada)
Según la saqué de su caja la enchufé y el alimentador (también en su cajita original) lo dejé por ahí en medio. Con el orden la reservé para meterlo dentro de la caja original y meterlo dentro en el guarda cajas perfecto, debajo de la cama de matrimoño, se abate hacia arriba el somier y el colchón y ahí cabe una pila de cajas.
Como acabé de recoger papeles a las tantas y no era cosa de levantar el colchón con mi parienta y dos gatos, la dejé reservada en su mesa de escritorio/estudio/ordenador.
Al día siguiente me lie y salí a por una acústica, luego me eché mi siesta y llegó mi hija con su exnovio de Barcelona, total, que me dediqué a otras cosas más familiares y gastronómicas, tocar un poco la acústica y nada de grabar ni editar ni jodas.
Total, que, como a media hora de cenar, me dio por comentar que la caja que había en su mesa era para guardar en el compartimento enorme bajo cama, y me suelta con cara beatífica: pues la he tirado. No me ahorré interjecciones, exabruptos y blasfemias, es un equipo prestado que devolveré algún día y lo quiero devolver al milímetro como lo recibí.
Sin móvil ni llaves (y en camisa bajo la chupa) me bajé escopetado al contenedor que me describió (pues iba con otros papeles doblada, menos mal); pero había que encontrarla...
A esa hora casi no había vecinazis en la calle, y yo derecho al contenedor. Aquí en Madrid los contenedores son grandes y con una boca estrecha con unas tiras de goma que permiten meter papel, pero que se asientan para cerrarlos a la vista (o lo que sea), así que, para ver,. no quedaba otra que meter la cabeza a través de las tiras de goma, ésto sin una luz de la linterna de móvil (que ya hubiera sido de traca si se me cae dentro, lo había tenido que cambiar hacía dos días al caérseme el anterior al cubo de la fregona).
En uan bolsa negra de papel, con más papeles, hacia la izquierda del interior del contenedor, y había alguna bolsa que me acercaba a mi familia, cajitas plegadas de infusión de Rooibos (pero de Mercadona, eso no era nuestro, algunos apuntes (pero de secretariado), en fin, de una clase social parecida; pero no era la bolsa de mi casa.
Y rato y rato, y niñatos semiresponsables que llegaban a su casa en comandita y que cuando pasaban por el contenedor se callaban y al rato cuchicheaban, apuesto que me identificaban con un pordiosero o un sin hogar, acaso víctima laboral de la pandemia, panda hijosdeputa salchipaperos...
Al arto aparece el Rainiero con mi móvil, que me estaba buscando y el que la capulla de mi mujer lo había dejado en otro contenedor., en el de casi enfrente de la guardia civil, en un tris la encontramos, subimos a casa y a los cinco minutos nos sentamos para la cena de noche buena, tuvimos la fiesta en paz; pero unos cuantos me identificaron con un pordiosero, apunto maneras.