Pero no, la novedad pasó pronto y se puso en marcha una maquinaria pesada que ya no se va a detener jamás.
Esa maquinaria fue alimentada por todos y cada uno de nosotros, a diferente ritmo, claro, dependiendo si éramos de los que teníamos miedo al desafío o de los que nos lanzamos sin paracaídas. En definitiva, daba igual, porque no es la tecnología, sino lo que hacemos con ella, parafraseando a
Recuerdo un montón de bateristas cabreados; las cajas de ritmos iban a terminar con lo ellos, y a partir de la aparición de las cajas de ritmos, todos se encontrarían en la puta calle, llorando en un oscuro portal mientras, con las baquetas en las manos, seguían haciendo esos ejercicios que hacen ellos a todas horas: taca taca taracataca....
Se podían programar para tocar sin fallos, no había que pagarles, siempre estaban en el local de ensayo o en el estudio, no se cansaban y se ponían enfermos. Pobres bateristas. Pero luego todo cambió, porque empezaron a darse cuenta de que, por sí solas, apenas hacían algo más que repetir y repetirse hasta la saciedad con patrones sosos, sin humanidad. Y ahí volvieron los bateristas a la vida. Porque, ¿quien mejor que ellos mismos para programarlas con el filin necesario?. Y para practicar, y para hacer maquetitas en casa sin necesidad de montar la doble bombo. Y la programabas en cualquier sitio, con los cascos, sin molestar a nadie. Así pasó de enemiga a aliada.
Al final hemos ganado todos. Apenas quedan veinte músicos de menos de sesenta años que no sepan programar todos esos cacharros.
Con este argumento ya expuesto, hago extensible lo de la caja de ritmos a las ingentes cantidades de librerías que existen en la actualidad, casi todas increíbles, y que para nada están terminando con, por ejemplo, los músicos de orquesta: miles de violinistas, pianistas, chelistas, bazantaristas, percusionistas... y todos los que terminan en istas, que son casi todos.
Por si no nos hemos dado cuenta, el presente ya es pasado. Ahora mismo están en marcha los descubrimientos que harán que incluso nuestro futuro llegue arrugado.
Me sorprende que aún estemos con estos ordenadores primitivos que son inestables, que hay que cambiarles componentes cada dos por tres, que aún haya que andar escogiendo entre cientos de tarjetas de sonido, procesadores, pantallas, tarjetas gráficas.... Un infierno, vaya, cuando los ordenadores cuánticos están llamando a nuestra puerta, cuando la inteligencia artificial va a cambiar todo nuestro mundo en menos de cinco o diez años.
Acabo de ver cómo se ha creado una canción con sabor a Beatles por ese medio. Y en poco tiempo ya tendremos esa tecnología en nuestra casa.
No hay que asustarse, el hecho de que podamos hacer un tema de cualquier estilo, solamente con decirle al soft qué parámetros quiero usar, no obligará a usarlo. Quien sea músico y disfrute haciendo su propia música no tendrá impedimento alguno. Pero será visto con cierta condescendencia. Te mirarán a la cara, sonreirán al tiempo que arquearán las cejas de tal manera, que tú te sentirás fuera de juego. Y tu amigo le dirá a su amigo: mira, este es Gonzalo, ese chico del que te hablé y que aún hace canciones compuestas por él mismo... Porque ya habrás adivinado que las composiciones que hará la inteligencia artificial será indistinguible por completo de la que hacíamos nosotros en aquel futuro de los años ochenta.
O tal vez no.
Porque, ahora mismo, ya manejamos conceptos que hace diez años parecía que nos estaban desplazando.
Recuerdo, como si fuese hoy mismo, cuando llegaron los loops. Parecía que sí, que ahora sí habíamos podido quitarnos de encima a esos hombres rudos y rudimentarios de encima, los baterías, esos hombres del pleistoceno que, al no saber nada de armonías, se tenía que conformar con darle palos a su instrumento. ¡Pobres chicos!
Pero no, tampoco hubo suerte esta vez, porque los loops ya tenían el filin del directo, pero para hacer un tema y que no se notara el truco, había que hacer músicas que se conformara con usar unos ocho o diez loops. Y otro problema, si usas esos loops para un tema puede que no quisieras usarlos en otro. La gente es muy mala y piensa que cada tema debe usar loops diferentes. Entonces, ¿cuantos loops necesita un músico o productor para que sus temas resulten fluidos? Un montonazo. Y hay que organizarlos, y seguir creándolos o comprarlos. De hecho, muchos productores se dieron cuenta de eso e idearon un truco: montaron los temas con loops o cajas de ritmos, y luego contrataban a un baterista para que rellenara ciertos huecos en la grabación para dar el toque humano (dejo de lado la cuestión de que si un baterista es humano o no, ahí no entro). Pero entonces, si tengo que contratar a un baterista para hacer los rellenos, ¿porqué no contratarlo para que toque el tema entero? Ahí le has dao, tío jodío.
Dios mío, el futuro me ha dejado con la lengua fuera.
Última reflexión por hoy: El mundo no es un lugar cómodo, pero es fascinante. Lo que no evoluciona, muere. Y aún en el caso de que algo se termine, ten por seguro que nacerá algo nuevo.
¿Quieres dejar tus impresiones al respecto?
Un saludo, compañeros.
Capitán Kokorikó.