Y resumiendo, porque este hilo se ha puesto cansino; le doy la razón a Tacatum (había escrito un bonito post en el que lo analizaba basándome no en las guerras de sucesión; sino en los albores del reino de Aragón; pero mi exilio en la costa de la luz y el Opera mini me volvieron a jugar una mala pasada), hay anticatalanismo.
Pero, repito, esta es una ley que no busca el bienestar animal; sino contentar a una parte de la población mayoritaraia en Cataluña que ve eso como un atavismo no ya propio; sin o encima foráneo, un vínculo que la corte opresora de esa España seca, perdedora, opresora y, encima, "que no nos comprende a los catalanes", ergo fuera toros.
No entiendo cómo ha tardado tanto en prohibirse; bueno, sí, que hay una tradición de tolerancia en Cataluña mayor que de abolicionismo.
Por cierto, pecador, irreverente y corrupto, lo mismo cualquier día volveré a ver una corrida (y puede que hasta vaya a una plaza a verla), no serán los leves lazos que me mueven a la consideración a los animales (cualquier aficionado taurino mediano que me haya leído habría advertido que yo era un aficionadillo de medio pelo), más el temor al aburrimiento y a malgastar una entrada y más al precio, casi de extraperlo que se van a poner con el abolicionismo.