Martina escribió:
Nací en la Habana Cuba, no tuve la oportunidad que muchos de uds. han tenido de ingresar a una escuela de formación, aquí el conservatorio le hace honor a su nombre "conservador"
Me llama la atención eso, no voy a quitar razón a quien se presenta como habanera, pero no me lo han contado así muchos cubanos, y no son precisamente desconocidos, habrá triquiñuelas acaso en el acceso a la formación musical, aunque no creo que tantas, si a caso menos que en otros lugares y más para alguien de la capital. Tengo amigos reconocidos como músicos que han llegado de la otra punta de la isla, pudieron estudiar primero y luego ir a,la ENA, creo que con más facilidades para el que no tenía medios que aquí.
También puede ser que un sistema estatalista no contemple casos personales, casos a parte.
Sigo con Cuba porque me parece que tiene paticularides: sin saber detalles, tampoco me aventuro; pero dice usted ser poco conocida y sin embargo haber sido acompañada por Chucho Valdés, bueno, no especifica si ha sido en pocas o más ocasiones.
Ocurre una cosa con las cantantes habitualmente (aunque sepan tocar el bajo o todos los instrumentos de la orquesta), que por galantería o simple trato amable, más en paises de habla española, y más en países caribeños, reciben un trato con un suplemento de respeto, cuando no de paternalismo y de otros esmeros fruto de muchas cosas tan conservadoras o más que los conservatorios.
Ocurre algo parecido con los que empiezan, con los que tocan instrumentos raros.
Sin embargo, luego, lejos de festivales o eventos galantes o elegantes, muchos de esos músicos (tanto más si no son de tanto renombre), si tienen que armar un repertorio para actuar dos meses en un local, no se andan con tantas contemplaciones con quien vaya a estar en el escenario, sea pianista o tumbador, ahí todo el mundo ha de venir con la lección aprendida, no puede hacer perder tiempo al resto de la orquesta, grupo o timba, todos son músicos que conocen su oficio (con
filin de sobra y no como el de alguno de los que aquí se están curando una vez más en salud con un baño de sufragio, vea, vea, o escuche, cuánto filin...).
En una orquestita de diez cubanos, o con algunos venezolanos o españoles, o de donde sea, pero habitualmente no sobrados de recursos dinerarios a veces ni para ir a la otra punta de Madrid para ensayar, dígales a los que leen lo normal en un músico profesional que, en vez de cuatro ensayos; han de ser veinte porque hay cuatro compañeros que no leen una nota.
Ah, que si es para acompñar flamencos y huele a actuaciones y billete, hay más paciencia. Luego muchas veces las actuaciones prometidas no eran tantas, que los flamencos son muy imaginativos también, filin a raudales, a menudo inventivos...
Y que aquí en el hilo éste la cosa en realidad ya no se sabe lo que es, no queda claro si es un debate o una jaculatoria o una petición de indulgencias en la que se cuenta con que van a ir apareciendo uno tras otro adeptos a la exención de lo sistemático, a mi juicio, en general, puede que haya quien se libre, adeptos a la exención de la música.
Por eso no se plantea como debate ya muy visto
talento natural contra música reglada, son las razones a favor de la razón (valga la reiteración), son los defensores de ello tanto y los contrarios tan poco, que siempre acaban los de la jaculatoria haciendo mutis por el foro. Pero no pasa nada, erre que erre dentro de tres meses (que no en los escenarios); ahora la cosa es el solo como forma de trance y revelación, la sarta de notas encontradas y no leidas o preparadas.
Y, como muchos no conocen el detalle o los ejemplos y se suman por razones expuestas u otras a la escuela libertaria, pues, dale, a defender a los paladines de la libertad a punto de perecer bajo las fauces de unos alevosos destructores de ilusiones ( infantiles, no te jode).
El solo como automatismo. No tengo el gusto de conocer o disfrutar de su música, señorita; pero ya le cuento de qué va eso: de una sarta de notas inconcluyentes a menudo, insípidas. Después,de tantos años escuchando jazz, música con sentimiento, sí, pero de hastío, porque se da que la misma pereza que hay para estudiar (aunque sea un poco como en mi caso) la armonía o la lectura de al menos una clave, la hay para practicar o, simplemente, escuchar con frecuencia estilos algo más complejos y, que pese a describirse en el pasado como fruto de la improvisación, ha resultado, y todos lo saben, que exige saber y hasta preparar los solos.
Porque todo esto es aburrido, lo mismo dediempre, nada innovador o estimulante.
A ver estos príncipes embajadores del hallazgo musical, el jazz o la timba que son capaces de practicar y más con otros que no puedan estar ensayando más que lo aconsejable.
Y, si lo son, pues a darle a esa música (que no a esas sartas) y a callar bocas como la mía.
Pero, oiga, a lo mejor es eso: el talento innato no reconocido por seres retorcidos, en este foro, la canción de cada poco.