La música tal como la entiendo es una respiración entre la fuente de sonido y el receptor de las ondas sónicas. Surge del vacío, la expresión del silencio, vibrando y saltando de frecuencia en frecuencia, paso a paso, de “atrás” para “delante”. Se dispersa por el campo auditivo del que escucha, removiendo el “interior” en base a algo supuestamente “exterior”. Depende de como se exprese trae reminiscencias arcaicas, basadas en tiempos en los que el ser humano poseía menos carga psíquica, y la que residía en él estaba más balanceada, más en su centro. Dibuja emociones, las llama a primer plano, en un reflejo fractalizado y enraizado en lo más profundo de uno mismo. Se puede decir que ella es la musa que se dibuja a si misma, creando infinitos patrones que se recrean en el seno del ser. Sigue por allí y por allá, el sueño de nunca acabar, una historia interminable, recreable y reproducible de “infinitas”, maneras.
Ella lleva dominando al ser humano desde tiempos inmemoriales, sus ritmos nos influyen hasta limites insospechados, el sonido como fuente primordial, (una entre otras más fundamentales, pero de las más importantes para nosotros). La música te habla, el sonido como reflejo de lo “interno”. No siempre nos gusta lo que escuchamos, pero como todo en esta vida tiene su motivo de ser. La música te puede elevar hacía el “Séptimo Cielo” y más allá”, o hundirte en el más hondo de los “Infiernos”, siempre “señalándote” el camino, dándote pistas, claras, concisas, reales, palpables por el órgano que nos filtra sus señales. Remueven la psique, esa que comparte toda la humanidad. Si no te gusta lo que escuchas fuera, cambia lo que tienes dentro, y el reflejo auditivo vendrá por añadidura. Música maestra, ritmo creador, al son del corazón, juega con el tiempo y sus “tempos”, más profundo de lo que muchos en un principio creen. Con la atención suficiente el sonido más simple se puede convertir en pura “gloría” si te sabes rendir y reconocer su esencia “divina”.
En definitiva, pura ambrosía, cortesía de los “Dioses”, uno de los lenguajes más poderosos con los que cuenta este cosmos nuestro.
Saludos, el sonido siempre evoluciona junto con nosotros. La música siempre nos acompaña, solo hay que estar prestos a escuchar, la llevamos todos “dentro” y la irradiamos hacía fuera en una constante renovación de la emoción junto a su canción.
«Sin música, la vida sería un error».
Friedrich Nietzsche