Este finde he cumplido un pequeño sueño musical. Hace ya más de treinta años que mi padre me regaló mi primer casete, el cual compró en un mercadillo de fin de semana por 1000 pesetas. No ha habido un álbum que haya oído más. La de veces que lo reproduje en mi amado “loro”, un doble casete con equalizador que me regalaron por ingresar una cantidad,ganada honradamente por recibir la comunión, en un banco ahora desaparecido, a plazo fijo.
Es cierto que su tema principal está quemadisimo por la la radio, pero me trae tantos recuerdos de infancia, que es para mi, la banda sonora de mi niñez.
Hacia mucho tiempo que no podía ir a un concierto. Mucho. Cuando vives en un país que no es el tuyo y tienes hijos pequeños, es una odisea, y un cierto temor, dejar a los niños con alguien. Gracias a Dios, até todo bien, y pude ir a disfrutar de un día de música, algo que, como todos vosotros, amantes de la música, se merecen después de haber vivido estos años de clausura social.
La gira en cuestión es “farewell Tour”, con los Whitesnake de cabeza de cartel, los Foreigner y los Europe de teloneros. Vaya tropa de carcas, pensaréis. Bueno, pues……supongo que si. Si yo, que ya tengo cuarenta y tantos, ya ves tu, y ni sigo de igual de flaco, algo más cerca de ser calavera, y era un niño cuando compre la cinta en 1987, os podéis imaginar que las groupies presentes tenían más tocino que jamón, y los fans más barriga cervecera que “six pack”.
Empezó Europe. Había olvidado el sonido de la música en directo. Mira que me gusta el mundo hifi y audio; por mucho que sigan sacando gamas de altavoces más y más caros, y plug-ins para hacer reverbs en el water donde cago la madre Santa Teresa, nunca podrán acercarse al sonido en vivo. Ya no tan solo eso, estar rodeado de miles de personas coreando las letras, es simplemente una purga de tus malas energías.
El público inglés, es, o por lo menos este, cuya media rondaría los cincuenta años, bastante estático. Compre entradas sentado,esperando, como suele pasar en los conciertos en España, acabar subidos en la silla cacareando el Carrieeeeee, pero no, no fue así. Sentado es sentado. El público en pista parecía un campo de zanahorias, muchas calvas para no faltar a la verdad, que sufrían pequeños vestigios de movimiento en determinados momentos. Sujetar la pinta debe de producir efectos estáticos. Mucha educación, buen rollo en este mundo cada vez más agresivo. La “old school” sabe comportarse. Bromeaba con mi mujer, que si entre tanto stand de fish and chips y cerveza, hubiera uno de viajes a Turquía para arreglar el secarral, se hacían de oro.
Siguieron los Foreigner. Evidentemente el estadio se vino abajo con su “I wanna know what love is”. Aquí tenéis unos segundos de un solo que se marcó el batería.
Y finalizaron los Whitesnake, que parece ser que dicen adios tras este tour, que pasará por Murcia .Unos grandes. Lo llaman glam rock, pero joder, algunos temas sonaban heavy a más no poder. Que le den a las etiquetas. Era música. Para disfrutar. Que maravilla poder volver a disfrutar de un concierto, de la gente, de la vida.
Cuando uno es inmigrante en otro país, las cosas no son tan fáciles y bonitas como la gente puede haceros pensar. Cualquier cosa se hace un pelin más cuesta arriba. Tener a la familia y a los amigos de toda la vida lejos de ti, y más durante esta terrible pandemia, es duro, muy duro.
Durante el concierto, solo podía ver Lo bueno de mi vida. Mis hijos, mis padres, mi mujer, mis amigos….y me emocioné
La música tiene ese poder. De hacer feliz a la gente. Y yo anoche, fui muy feliz.
Gracias por leerme
Es cierto que su tema principal está quemadisimo por la la radio, pero me trae tantos recuerdos de infancia, que es para mi, la banda sonora de mi niñez.
Hacia mucho tiempo que no podía ir a un concierto. Mucho. Cuando vives en un país que no es el tuyo y tienes hijos pequeños, es una odisea, y un cierto temor, dejar a los niños con alguien. Gracias a Dios, até todo bien, y pude ir a disfrutar de un día de música, algo que, como todos vosotros, amantes de la música, se merecen después de haber vivido estos años de clausura social.
La gira en cuestión es “farewell Tour”, con los Whitesnake de cabeza de cartel, los Foreigner y los Europe de teloneros. Vaya tropa de carcas, pensaréis. Bueno, pues……supongo que si. Si yo, que ya tengo cuarenta y tantos, ya ves tu, y ni sigo de igual de flaco, algo más cerca de ser calavera, y era un niño cuando compre la cinta en 1987, os podéis imaginar que las groupies presentes tenían más tocino que jamón, y los fans más barriga cervecera que “six pack”.
Empezó Europe. Había olvidado el sonido de la música en directo. Mira que me gusta el mundo hifi y audio; por mucho que sigan sacando gamas de altavoces más y más caros, y plug-ins para hacer reverbs en el water donde cago la madre Santa Teresa, nunca podrán acercarse al sonido en vivo. Ya no tan solo eso, estar rodeado de miles de personas coreando las letras, es simplemente una purga de tus malas energías.
El público inglés, es, o por lo menos este, cuya media rondaría los cincuenta años, bastante estático. Compre entradas sentado,esperando, como suele pasar en los conciertos en España, acabar subidos en la silla cacareando el Carrieeeeee, pero no, no fue así. Sentado es sentado. El público en pista parecía un campo de zanahorias, muchas calvas para no faltar a la verdad, que sufrían pequeños vestigios de movimiento en determinados momentos. Sujetar la pinta debe de producir efectos estáticos. Mucha educación, buen rollo en este mundo cada vez más agresivo. La “old school” sabe comportarse. Bromeaba con mi mujer, que si entre tanto stand de fish and chips y cerveza, hubiera uno de viajes a Turquía para arreglar el secarral, se hacían de oro.
Siguieron los Foreigner. Evidentemente el estadio se vino abajo con su “I wanna know what love is”. Aquí tenéis unos segundos de un solo que se marcó el batería.
Y finalizaron los Whitesnake, que parece ser que dicen adios tras este tour, que pasará por Murcia .Unos grandes. Lo llaman glam rock, pero joder, algunos temas sonaban heavy a más no poder. Que le den a las etiquetas. Era música. Para disfrutar. Que maravilla poder volver a disfrutar de un concierto, de la gente, de la vida.
Cuando uno es inmigrante en otro país, las cosas no son tan fáciles y bonitas como la gente puede haceros pensar. Cualquier cosa se hace un pelin más cuesta arriba. Tener a la familia y a los amigos de toda la vida lejos de ti, y más durante esta terrible pandemia, es duro, muy duro.
Durante el concierto, solo podía ver Lo bueno de mi vida. Mis hijos, mis padres, mi mujer, mis amigos….y me emocioné
La música tiene ese poder. De hacer feliz a la gente. Y yo anoche, fui muy feliz.
Gracias por leerme
