klausmaria escribió:
¿Podríamos aceptar que existen otras formas de vivir la música al margen de la que marcan nuestros conservatorios?.
Por supuesto. "Nuestros conservatorios" no son el único lugar que existe para aprender música. Lo que ocurre es que mucha de la enseñanza musical está devaluada por un sistema que la penaliza. Me explico. Cualquiera que vea un telefilm malucho americano sobre un colegio que tiene problemas económicos y al que, si no lo solucionan, demolerán para hacer un centro comercial sabe que lo primero pasa por suprimir la clase de Música. Vamos que hay como un sentimiento instaurado en ciertos genes de algunos incompetentes que les dice que, si hay crisis, la solución es cargarse la educación musical y luego todo se arregla. Con lo poco que se invierte en los colegios, conservatorios y otros centros en Música, creer que suprimir algo tan pequeño solucionará los problemas económicos de un centro, una comunidad o un país es bastante estúpido. Pero viendo las cosas de las que nos vamos enterando (o confirmando con pruebas) estos días la estupidez ya no es presunta.
En España la cosa es igual de estúpida en las grandes dimensiones.
La nueva LOMCE suprime la asignatura de música en TODA la educación obligatoria, dejando en manos de las Comunidades Autónomas decidir si se sigue impartiendo o no, en el espacio que tienen para elegir su propio currículo. De momento la mayoría la mantienen, pero es una asignatura aún más devaluada con tiempo escaso, nulos recursos y una fama de asignatura recreo propiciada por las actitudes de la clase política que no hay quien la tome en serio.
Hace unos años el gobierno anterior del sr. Zapatero decidió reformar las enseñanzas musicales (lo que habitualmente se llaman conservatorios) y suprimió a nivel nacional las Enseñanzas Elementales de Música. Sí, según ese planteamiento un niño de 8 años no tiene derecho a educación musical, solo a partir de los 12-13 años. Sabiendo lo importante que es una buena formación temprana (que no es lo mismo que anticipada) en las disciplinas artísticas es un gran memez. De nuevo las Comunidades Autónomas han asumido la dejadez del estado.
Si bajamos a los ayuntamientos o diputaciones la cosa es aún más penosa. En 1992 un Orden Ministerial (les costaba hacer una ley) reconocía las Escuelas Municipales de Música como centros de enseñanza no reglada, pero con una doble función: formar aficionados y formar a niños, jóvenes y adultos que quieran después continuar estudios musicales reglados en Conservatorios o Universidades. Dicha Orden Ministerial ha caído en el olvido y de facto no existe ni nada que se le parezca. Así las Escuelas Municipales de Música que crecieron como setas por la inquietud que existe entre la gente por hacer música, quedaron desamparadas al capricho de las prioridades de los políticos (que como vemos estos días son los billetes de 500, las cacerías, las putas y las tarjetas black). Siguen existiendo pero con unas condiciones académicas y laborales extremadamente lamentables y dirigidas o gestionadas por auténticos memos que solo saben contar los céntimos que se ahorran de no hacer una fotocopia o de no poner la calefacción un día.
Aún así, con ese ataque constante a la educación musical en todos sus ámbitos y niveles existe:
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Enseñanza Musical integrada en el sistema educativo obligatorio: Aunque depende un poco de la suerte, hay personas que salen con un nivel de conocimientos musicales, de cultura musical bastante razonable. En algunos colegios e institutos públicos los profesores de música organizan talleres de coro y orquesta en los que alumnos con esa inquietud aún tienen más posibilidades. Si no es tan eficaz como debiera es culpa de los tiempos lectivos, la inversión y valorar la función formativa de la música. La música, al contrario que el deporte, fomenta el trabajo en equipo orientado a un fin común entendiendo la necesaria organización, respeto, colaboración, etc., sin estar contaminada del deseo de competir y ganar. Además de otras muchas cosas.
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Escuelas Municipales de Música: Han pasado desapercibidas como víctimas de la crisis, aunque más bien lo fueron de la burbuja inmobiliaria. En pleno estallido de la especulación del suelo esos centros representaban un "problema" molesto para los políticos. Las Escuelas Municipales de Música daban votos pero no dinero. Aparte de contratar a algún amíguete, enchufar a algún incompetente o sacarse unos instrumentos gratis, no daban para organizar timbas y cacerías. Así que empezaron a convertirlas en centros de cartón piedra que acabaron siendo más un local de talleres musicales con un planteamiento temporal y de currículo totalmente caótico y absurdo. Pero aún así hay grandes profesores y grandes posibilidades. Es importante que padres y alumnos de estos centros se ocupen de recuperar el estatus que merecen estos centros. La educación musical de calidad y eficacia debería estar al alcance de todos, no solo los que viven en las ciudades o los que quieren ser profesionales o los que pueden dedicarle mucho tiempo.
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Conservatorios de Música: Con 3 niveles Elementales, Profesionales y Superiores. Ofertan una educación musical abierta actualmente a todo tipo de inquietudes musicales e instrumentos. (lo de solo para especialidades de orquesta clásica, ya quedó en el pasado) Su problema es que en algunas comunidades hay pocos de estos centros y muy desperdigados, de modo que los alumnos, especialmente de corta edad, no tienen posibilidades de hacer uso de ellos. Por eso se crearon las Escuelas de Música. El mismo derecho tiene un niño de Villaconejos de abajo de recibir educación musical que el de Madrid.
Llegados a este punto conviene decir que es
falso que los conservatorios de música solo formen profesionales. En los conservatorios de música el alumno medio
quiere obtener una formación musical que le dé la opción de dedicarse a ello, acceder a estudios superiores o simplemente otra área de formación que no será su profesión.
Dedicarse a ello no significa vivir de ello como profesión. Para muchos es algo más que un hobby se pasan la vida tocando en bandas, orquestas, coros, o con sus grupos, etc., se lo pasan bien y, de vez en cuando, sacan algo de dinero extra que no viene mal en estos tiempos. Las bandas de música suelen organizar actividades de ocio con el dinero que ingresan por actuaciones, normalmente les pagan a sus miembros unas vacaciones, viajes, etc. Para mucha gente solo por eso merece la pena. A algunos les gusta pasar el sábado jugando al fútbol y otros disfrutan soplando una trompeta.
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Universidad A pesar de la gran polémica y lío actual con las Enseñanzas Superiores de Música, además de los conservatorios o centros superiores de música, la música de todo tipo puede estudiarse en la Universidad. Hasta ahora las únicas especialidades reconocidas eran
Diplomado en Educación Musical y
Licenciado en Musicología. Actualmente la oferta en títulos está en aumento siendo llamativo y polémico el interés por la titulación en Rock. Pero pasan desapercibidos otros que se ofertan como el de Técnico de mantenimiento de Pianos, Luthería y cosas así.
Yo no diría que hay pocas opciones para estudiar música sea el interés que sea el que cada uno tenga. Lo que hay es una devaluación absurda e injustificada de la enseñanza musical oculta tras supuestos intereses económicos que no se sostiene por ningún lado.
Y un simple apunte para considerar lo absurdo de las razones económicas en las que se ampara la falta de inversión en educación musical. En una capital media como Valladolid hay 46 institutos de educación secundaria. En la provincia pueden ser unos 60. Un conservatorio es económicamente más barato en personal que uno solo de esos institutos y oferta formación a un número muchísimo mayor de ciudadanos. Suprimir o recortar inversión en un conservatorio supone un recorte educativo tan ridículo como si una familia decide recortar gastos y le prohibe al niño comprarse un chicle en el kiosko los domingos.
Retomando el hilo de Suzuki, sea el método bueno o malo, de nada sirve sin inversión. Suzuki quería ciudadanos, buenos ciudadanos a través de la música. Hace falta algo más que una teoría para hacerlo realidad.