Mi primer sinte propiamente dicho, tras pasar como todos por las etapas de un par de casiotones, fue un KORG DS-8, cinco octavas de sínteis FM, teclado sensible, con aftertouch y algunos faders con los que poder controlar el caracter de los presets en vivo y en directo. Era politímbrico de 8 partes, pero con una polifonía de 8 voces que había que repartir con cierta lógica para crear un sinte de 4 partes con polifonías distintas para cada una y algunas clases particulares de órgano. Más que un escalón subí varios pisos de golpe.
En breve compré un par de cajas de ritmos Boss y con la adquisición de mi primer Mac, un LC2 al que le acoplé una interface MIDI de aquélla época de 1991, pude empezar «La gran experiencia de la composición» a través y gracias a una aplicación similar al actual Ableton Live. Se llamaba Pro4.
Con un sueldo de profe (y sus vacaciones includas), invertí enseguida en una mesa de mezclas y un módulo KORG con General MIDI y otro Yamaha no sé cuantos... y, aunque me pese reconocerlo, mi ex-esposa, pianista , me puso unas cuantas pilas para hacer las cosas de una manera más o menos coherente.
Un equipo modesto que fue abandonado pocos años después para dedicarme de pleno a mi profesión: Diseñador Gráfico, de esos que vivimos siempre con un relojo pegado al culo.
No fue hasta 2016 que me registré en Hispasonic y aquí empezó mi «calvario». Tras años apartado de la música la tecnología había avanzado tanto que fue como volver a empezar.
Y mi vuelta fue con un Roland JD-Xi, un multiefectos KORG Kaoss Pad y tal y tal y tal y un sinfín de compras y ventas en Mecasonic.
Pero, como a la mayoría, nos picó la curiosidad y quisimos ir algo más allá de los CASIOTONES.
Salud y buena música.