Tras unas horas de uso, las sensaciones y matices son muchas, pero si tuviera que resumir la esencia del Wavestate en una palabra sería APABULLANTE.
Eso sí, creo que es sintetizador pensado, principal (y paradójicamente) para los no músicos. Un músico disfruta con todo el proceso de la composición, desde cero, y el Wavestate, precisamente, te da resultados compositivos muy acabados. Para los que somos "no músicos", en el sentido más clásico de la palabra, que necesitamos música para nuestros trabajos audiovisuales y odiamos tirar de las típicas musiquitas de stock, una herramienta como esta nos ahorra un montón de tiempo, a la vez que nos aporta un toque de originalidad. A ver, no estoy hablando de coger un preset y meterlo tal cual en un vídeo o en una cuña, pero sí que es verdad que los sonidos y secuencias del Wavestate son muy inspiradores y te permiten empezar tu trabajo desde un punto bastante avanzado, aprovechar la "serendipia" generada y acabar en destinos absolutamente inesperados.
El Wavestate es un sintetizador muy cinemático, muy orientado a su utilización en conjunción con imágenes. Aquí es donde todo el potencial de secuenciación que lleva dentro llega a apabullar. Si quiero disfrutar programando nuevos sonidos, me voy a divertir mucho más, probablemente, con el Korg KingKorg o con el Neutron. Pero si necesito resultados rápidos y una buena base inspiradora de la que partir, no hay nada ahora mismo en el mercado como el Wavestate.
¿Comparaciones más o menos odiosas con el Wavestation original? Pues, evidentemente, hay cosas en las que KORG ha tenido que recortar para mantener a raya el precio: mucho plástico, unos acabados tirando a mediocres (por no decir otra cosa), sólo 3 octavas y todos los déficits en arquitectura sonora que han comentado otros foreros. Pero es que hay que tener en cuenta el contexto: el Wavestation era un sintetizador de élite en pleno auge de la era digital. No había aparecido todavía el concepto del "músico de habitación" y quien se compraba un sintetizador de esas características, mayoritariamente era para tocar con él (mayor calidad de construcción, 5 octavas, etc.). Si Korg se hubiera decidido por revivir el Wavestation original, el precio se habría ido de madre. Y no olvidemos que el Wavestate busca a un perfil de comprador que en una gran proporción no va a sacarlo mucho de casa (genial, por tanto, que ocupe poco y que no cueste una fortuna) y que ama el hardware lo suficiente como para no basarlo todo en software. El músico "pro" que se lleva sus sintes de bolo en bolo o de casa al estudio quiere, en cambio, 4 octavas como poco y una alta robustez. Hay ya mucha oferta de sintetizadores y workstations para ese mercado más "pro", así que, ¿quien iba a preferir en 2020 un Wavestation a un Montage, un Kronos o un Prophet a precios similares?
En definitiva, el Wavestate es una máquina poderosa, apabullante y tremendamente creativa, pero con un segmento de usuarios muy concreto. Si dudamos entre un Wavestate y un sinte puro o un workstation de similar precio, probablemente es como si estuviéramos sumando peras y manzanas.