A ver si soy capaz de explicarlo como pueda, tampoco es que sepa mucho, la verdad. El oído interno humano como cualquier otro receptor sensorial necesita de un calibrado para operar adecuadamente al percibir las señales o estímulos externos del medio que le rodea y poder interpretarlos de la manera adecuada.
Así el ojo no ve todas las longitudes de onda de luz y está especializado en “ver” solamente una pequeña franja de todas las existentes, en unas condiciones lumínicas adecuadas, y para eso además tiene un margen de autonomía adecuando el tamaño de la pupila entre otras, digamos, picarescas. Pues bien, para que la vista, el sistema, se calibre y siempre este operativo dentro de los márgenes previstos se utiliza una referencia única, en este caso el blanco. ¿Por qué el blanco? Porque el blanco es lo contrario de la ausencia de luz, o sea el negro. Un ojo no puede ver algo más claro que el blanco. Todos los colores son interpretados en el cerebro por la distancia que hay con el blanco, el “intervalo” o diferencia con el blanco hace al cerebro tomar la decisión de “imaginarlo” amarillo, por ejemplo.
Pero el amarillo no existe, es una interpretación mental de una temperatura de color específica, de una longitud de onda concreta visible o perceptible, pero en realidad el color en si no existe ahí fuera. No amigo/a, no, ni siquiera tenemos la certeza de que dos personas perciban la misma longitud de onda con el mismo “color” mental. Tú me dices pásame el martillo verde y yo te doy el martillo verde pero yo no se lo que entiendes tú por verde ni tú lo que entiendo yo por verde, eso sí, vemos la misma longitud de onda que llamamos “verde” y por eso te doy el martillo verde y no el azul, pero la interpretación o referencia mental no tiene por qué ser la misma, no necesariamente. Eso sí, vemos los mismos colores, todos, el problema es que no sabemos si en realidad todos “interpretamos” y “sentimos” el rojo cuando hablamos del rojo.
El blanco es para la vista su metro, su kilo, su segundo, su voltio, su db, su bit…..su valor de referencia.
Pero no os preocupéis, el ojo es un sentido muy joven en nuestra evolución y aunque es el que más cerebro y confianza consume no es el más complicado…..jejeje.
El oído es la leche, aunque también percibe longitudes de onda esta vez no es luz, es sonido, presión sonora, pura energía cinética en movimiento, a una frecuencia dada. Pues mira, piensa el cerebro (su antecesor mejor dicho), voy a aprovechar que esa cosa que se mueve lo hace siempre a una frecuencia dada única para reconocer cada una y aprenderlas todas las que pueda percibir, a ver, ¿cómo las ordeno?¿cómo las mido?¿cómo las reconozco en cualquier situación?¿cómo calibro el oído?. Y por razones evolutivas y de física elemental que transcienden las explicaciones de este post (y que, sinceramente, no recuerdo) el cerebro decide que le da igual todo, que solo necesita una referencia de todas las posibles y elige el intervalo de quinta (por los motivos que no recuerdo), dentro del margen cuasi infinito de intervalos audibles disponibles, claro, las otras frecuencias o intervalos que no percibe el oído, como el ojo con la luz, tururú….
Más del 95% de lo que “existe” no podemos percibirlo. Y todo junto no es ni un 4% de la “realidad física” no medible, cuantificable o conceptualizable. Vete tú a saber lo que hay ahí fuera de verdad, si lo “viéramos” nos tiraríamos por la ventana al no poder concebirlo….
¿Acojona?. No. Es maravilloso. No somos nada…..
¿Qué es la quinta?, la quinta es la distancia existente entre dos frecuencias que el oído interno tiene como única referencia armónica, es el único intervalo reconocible, entre otras cosas mundanas, y da igual que quinta siempre que sea audible. Y con esa referencia, que es como el blanco para el ojo, construye el resto de la paleta armónica. El resto de notas no son nada de la tónica, por así decirlo, son quintas de otras notas, y el conjunto de relaciones en quintas componen lo que llamamos notas, y la relación entre ellas intervalos. Pero la única armonía reconocible por el oído interno es la quinta. Y no hablo de notas propiamente dichas, más bien de armónicos puros, ondas simples, como queráis llamarlo.
El cerebro aprende lo que es una segunda o tercera no por su relación con la tónica, eso es una interpretación consciente, lo hace por ser la quinta de algo. El cerebro sólo reconoce el intervalo de quinta y con ella mide la distancia del resto de intervalos. La quinta es el kilo, el segundo , el metro, el db, el grado, el bit…
Todo lo que el cerebro interpreta como armónico es porque sigue esta regla de la naturaleza. Las frecuencias que estén fuera de éstas lo son menos (armónicas) cuanto más se alejan de ellas y al final quedan las que son. Solo se necesita una frecuencia para establecer toda su armonía completa, pero solo una (frecuencia) está en consonancia con la naturaleza. Sólo una referencia para todo el Universo Físico. No es poca cosa.
…pero eso no es armonía musical, aunque la armonía musical evidentemente está totalmente establecida en esta condición: La quinta.
“En música no importa lo que suena, lo que realmente importa es lo que no suena. Y el silencio, la referencia; como el blanco para la vista, la quinta para el oído….” (Paquirrín)
(Todo lo que he dicho puede ser verdad…. o una bromilla….ni yo mismo lo se. Preguntadle a Altozano a ver que dice…..jejeje)