venturavila escribió:
Mira Charles: Te vas a la escuela, aprendes a usar la tilde, a escribir en español y a respetar las matemáticas... Luego veremos si puedes hablar con los mayores...
Ok, disculpeme pero estoy incapasitado para esas cosas por tanto condenado a la ignorancia ortografica de la cual me siento contento.
"En aprender a vivir se nos va toda la vida", y al menos quiero aprovecharlas en aprender las leyes mas reales que las reglas mas utopicas.
En resumen (desde su punto de vista): nunca podre hablar con los mayores que mensiona, y que bueno que se dio cuenta que pierde el tiempo conmigo, aca le regalo un articulo haber si le saca provecho.
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Jubilar la ortografía, una tesis de vieja data
Por: Víctor Manuel García Perdomo (REDACTOR DE EL ESPECTADOR)
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Gabriel García Márquez realizó una de las más espinosas propuestas escuchadas durante el I Congreso Internacional de la Lengua Española, llevado a cabo en la “muy noble y leal ciudad de Nuestra Señora de Zacatecas”, México: jubilar la ortografía, “terror del ser humano desde la cuna”. Sin embargo, la tesis ortográfica de Gabo no es nueva y tiene raíces respetables en la historia.
A mediados de 1970, el jesuita Antonio Silva Mojica retomó las principales ideas reformadoras en su obra Rebolusión ortográfica y se ganó el aplauso de los estudiantes y profesores de las principales ciudades de Colombia, a las que viajó para exponer su teoría. Ahora trabaja como misionero en Barrancabermeja y propende por la ortografía fonémica.
El Espectador: ¿Cómo se atrevió a realizar su propuesta en 1970 con la esperanza de salir indemne?
Antonio Silva: Las ideas no son mías. La tesis de simplificar la ortografía no es nueva. Yo la he tomado de académicos y gramáticos de España y América antiguos y modernos. Sólo es mía la convicción y el entusiasmo. No se trata de volver todo al revés. Se trata de jubilar la ortografía latinizante, pero adoptando otro sistema más perfecto que se llama ortografía fonémica regida por la pronunciación y que prescinde de raíces latinas y griegas.
E.E: Quiénes son esos académicos que propugnan por la concreción ortográfica.
A.S: Marco Fabio Quintiliano, retórico hispanorromano del siglo I; Elio Antonio de Nebrija, humanista y gramático español del siglo XV; Andrés Bello y Julio Casares. Incluso, la Real Academia de la Lengua Española en el prólogo de la última publicación de su ortografía académica dice: “Una ortografía ideal debería tener una letra y sólo una para cada fonema”. La máxima perfección de la escritura consistiría en que no sobren letras, ni mudas ni equívocas, sino una letra para cada sonido y un sonido para cada letra.
E.E: Suena a los Mosqueteros, pero ¿cuándo se habla de suprimir la h?
A.S: El Congreso de Academias de la Lengua de 1964, celebrada en Argentina, resolvió: “Suprímase en adelante la h muda que se encuentra todavía en el interior de algunas palabras”. Deshidratar, por ejemplo.
E.E: No es tan famoso como Gabo, pero ¿en su época causó malestar?
A.S: En primer lugar traté yo con el director de la Academia Colombiana de la Lengua, el padre jesuita Félix Restrepo, quien me contestó que la ortografía castellana no sólo puede simplificarse sino que debe simplificarse. “Desafortunadamente –me dijo Restrepo– las academias marchan con demasiada lentitud, porque primero quieren ponerse todas de acuerdo y ese día no llegará nunca”. Después recibí la adhesión de José Manuel Rivas Sacconi, secretario perpetuo de la Academia Colombiana, a la idea de impulsar una reforma ortográfica.
E.E: Debió existir alguna oposición académica
A.S: Unos años después, Eduardo Guzmán Esponda, sucesor del padre Félix Restrepo en la Academia, no estuvo de acuerdo con la reforma.
E.E: ¿Gabo le revolvió el estómago a todos por ser un Nobel de Literatura?
A.S: Anterior a García Márquez ya hubo otro premio Nobel que expuso lo mismo y lo llevó a la práctica en sus libros. El poeta español Juan Ramón Jiménez propuso escribir con j todas las sílabas que suenen ja, je, ji, jo, ju, y así lo puso en sus textos.
E.E: Si es una propuesta tan vieja y conocida, ¿por qué causó tanta polémica el discurso de García Márquez?
A.S: Sospecho que por lo menos la tercera parte de los académicos colombianos son partidarios de la simplificación ortográfica. La gran oposición y el escándalo entre el público se debe principalmente a la ignorancia de la evolución de la escritura y de la ortografía. He estudiado mucho este caso y demuestro cómo la misma Real Academia de la Lengua venía suprimiendo letras y signos hasta 1815.
E.E: El paso del latín a las lenguas romances fue una “vulgarización” de la palabra escrita y del leguaje. ¿Si simplificamos los signos para asemejarlos al habla, no sería caer más bajo?
A.S: O escribimos en latín o escribimos en castellano. El romance castellano evoluciona y la máxima perfección de su escritura consistirá en acomodar los signos escritos a la pronunciación. En un principio debió causar extrañeza que se anulara la doble ss, el acento circunflejo, la letra llamada cedilla, que fueron desterrados del español a intervalos. Si la Real Academia hubiera seguido a ese ritmo, ya para esta fecha no habría necesidad de reglas y excepciones.
E.E: ¿Cómo podría entonces el español unificar sus reglas sin sufrir un cisma, como ocurrió con el latín?
A.S: No vamos a inventar una escritura colombiana, de ninguna manera. La simplificación sería para todos los países de habla hispana.
E.E: ¿Quién tendría la palabra a la hora de unificar?
A.S: Hay que armar polémica. Mientras más escándalo mejor, para que al final se clarifiquen las cosas. No vamos a convencer a todo el mundo. Al principio habrá anarquía, escándalo, peligro, y después poco a poco se calmarán los ánimos y reinará la verdad. La sencillez es la verdad, toda afectación es un disfraz. Para qué tanta complicación. Nadie domina la ortografía, ni los profesores, ni los académicos. ¿Entonces para qué vamos a sobrecargar al pueblo con leyes que ni nosotros mismos podemos cumplir?
E.E: En Zacatecas se planteó la posibilidad de que exista un acercamiento entre los académicos de la lengua y los medios masivos de comunicación, que al fin de cuentas son los que difunden a diario las palabras, pero la Academia Colombiana tiembla cuando El Espectador trata de discutir con ellos la propuesta de Gabo
A.S: No se atreven a hablar porque quieren primero ponerse de acuerdo y viven pendientes de qué dirá la Real Academia. Y lo curioso es que ella ya no impone. Hoy en día aguarda a que el pueblo se adelante y después legaliza. No es la Academia la que va a simplificar la ortografía. Ni pensarlo. Si seguimos esperando a que tome la decisión llegará el año 3000, cuando ya no exista la escritura.
E.E: Entonces, la función de los medios es valiosa para transformar la ortografía y la lengua
A.S: Claro. El castellano nació del pueblo y para el pueblo, llegó a su edad de oro un siglo antes de fundarse la Real Academia Española de la Lengua. Ella no inventó el castellano ni es la dueña del español.
E.E: ¿Cuándo comenzó su interés por la ortografía?
A.S: Desde niño me preocupó tanta complicación al escribir. Hablar es fácil. Uno cuando habla dice con fluidez: bóveda, víbora, válvula, sin ponerse a pensar: ¿es con b o con v? Pero trate de escribirlas. ¿Crucifixión se escribe con x o con doble c ?, suenan exactamente iguales. Y luego está ese problema tan tonto que nos dejaron nuestros antepasados de la g y la j. Una cosa tan simple de resolver: Toda sílaba que suena ja, je, ji, jo, ju, pues con j, y toda sílaba que suene ga, gue, gui, go, gu, con g, pero sin la u muda.
E.E: Cuál es su propuesta ortográfica, porque García Márquez no habló de la s y la c.
A.S.: Mi propuesta de la escritura fonémica es un español sin la h, sin la u muda y sin diéresis. Se suprimirían también la c, la ll (por la y), la q, la v, la w, la x (por la cs: bocseo) y la z. La nueva ortografía quedaría sin palabras homófonas, sin necesidad de reglas o excepciones.
E.E: Su idea fue bien acogida en los colegios. ¿No será por flojera de los estudiantes?
A.S: En parte sí. Pero las faltas de ortografía no son ni graves ni leves, ni contra el idioma ni contra la cultura, porque la ortografía fue sólo un convenio arbitrario del siglo XVIII y los convenios deben modificarse a la medida de las nueva circunstancias. En los colegios yo les predico a los profesores que no les bajen las calificaciones a los niños por faltas de ortografía.
E.E: ¿Ha tenido que soportar insultos y diatribas por esa posición?
A.S: Burlas. Pero eso es mínimo. Me ha ido divinamente en los colegios y universidades. Los profesores sufren las dificultades de la alfabetización con la ortografía. Los académicos no, porque no enseñan a leer y escribir.
E.E:¿Las burlas duelen?
A.S: No. Hace veinte años en un colegio de Santa Rosa de Viterbo (Boyacá), los alumnos prepararon una dramatización. Dijeron dando grandes zancadas: “Esta es la ortografía del padre Silva. No tiene éxito ni futuro. Nació muerta. Vamos a enterrarla”, y guardaron mi libro en un ataúd que cubrieron con un velo negro y alzaron en hombros hasta el jardín para enterrarlo. Los alumnos regresaron al salón: “Qué le pareció el drama, padre; tiene la palabra”. Les dije: “De manera que ustedes han enterrado mi ortografía; muy bien, sepan que yo creo en la resurrección de los muertos” (...) Ahora me alegra que mi propuesta esté resucitando de entre los muertos.