El arte es imitación de modelos, normal, y más si se estaba consiguiendo una aceptación de la población negra (sobre todo en EEUU, del negrito gracioso a la la pareja amiga afroamericana, a Bill Cosby, a Urkell pasando por Mario van Peebles, Magic Johnson y Michael Jackson, hasta Obama).
Se trataba de generar confianza social, que te fiases si eras
wasp; pero en el camino se consiguió más bien que entrase lo negro dentro del canon de belleza; si antes se percibía como apolíneo sólo el canon clásico de Fidias Mirón Y Policleto, dejando las invenciones helenísticas como un verso suelto cercano a la maniera. Pero, al loro, esto en pleno siglo XX.
A partir de los 70 ya se habían divulgado una serie de modelos afro alternativos en la iconografía de consumo doméstica (en mi casa había unas tazas de principio de los 70 con unas serigrafías pseudo pop, cada una en un color primario o base, con una especie de Hendrix, Hendrix tuvo más uso en el menaje que el Ché, entre otras cosas era más apasionante y en los 70 la sociedad perseguía más la diversión o el paroxismo que la consecución de metas justicieras en política).
El culo de los negros (sobre todo de las negras) pasó a ser un valor.
https://www.autopistarock.com/articulos/diez-artistas-negros-fundamentales-para-el-rock
https://www.jotdown.es/2011/11/los-negros-no-pueden-cantar-rock-roll/
Y ya no bastaba con un bajista negro como en los Allman Brothers, lo negro había alcanzado vigencia.
Aunque estos últimos años se está evidenciando que no para todos o no del todo.
