Empiezo yo:
Un compositor americano de mucho éxito que vivía en Nueva York decide abandonar la estresante vida neoyorkina y mudarse temporalmente a Iowa donde confíaba en que los bosques y la tranquilidad le ofrecieran la inspiración que precisaba.
Tras estar seis meses a solas con su piano en una finca de muchas hectáreas de bosque y sólo viendo a la persona del supermercado, que una vez a la semana, le traía la comida, recibe un día la visita de un forastero. Un hombre enorme, con el cuerpo musuculoso del trabajo en el bosque. El forastero le dice que es su vecino del otro lado de la colina, y que vive en una finca similar a la suya. Le comenta que como el invierno ha tocado a su fin está organizando una fiesta y quiere saber si puede contar con su presencia.
El músico medita un rato (lleva 6 meses solo, ha avanzado mucho en sus composiciones, pero no le vendría mal conocer por unas horas a nuevas personas que, quién sabe, a lo mejor podrian inspirarle nuevos temas), de modo que decide aceptar.
El vecino antes de irse le comenta. "Bueno, creo que es conveniente que sepas que en Iowa somos bastante rudos, con lo que las fiestas son también bastante especiales y siempre tienen tres fases:
- La primera es beber sin parar.
El músico le contesta que no hay problema que en Nueva York se bebe también muchísimo, y que él está acostumbrado a pasar la noche de bar en bar tomando whiskies buscando la inspiración y que no cree que tenga ningún problema.
- Perfecto dice el vecino, porque la segunda fase es la pelea. Despúes de tanto beber es lógico que la gente pierda un poco el control y siempre se acaba a tortas (lo que dice sonriendo mientras deja entrever sus enormes biceps)
El músico contesta que no hay problema que viviendo en Nueva York ha visto multitud de peleas, y que sabe que no entrometiéndose no suele haber problema, que no se sentirá incómodo y que sabrá como actuar.
- Muy bien dice el vecino, porque la tercera fase (dice guiñando un ojo) es sexo descomunal.
El compositor se sonroja un poco y le dice que eso tampoco le vendrá mal, que al fin y al cabo lleva 6 meses en la montaña.
El vecino le da unas palmaditas en la espalda, sonrie y le dice: bueno, pues mañana nos vemos.
Cuando el gigante está a punto de montar en su coche, el compositor le grita desde su casa:
- Perdona, una última pregunta ¿Cómo he de ir vestido?
El vecino ya desde el coche le sonrié y le responde, ve vestido como quieras sólo porque sólo vamos a estar tú y yo...