Espero que se entienda bien que todo esto no lo hago para probar nada, o decir a alguien que tengo alguna verdad absoluta, o algo así. Todo esto lo hago porque amo la música, y porque me gusta descubrir todo lo que ella me pueda aportar como el ser perceptivo (y curioso) que soy.
Así que espero vuestra ayuda, vuestro punto de vista, vuestras reflexiones, para hacer juntos este viaje.
Hablar de, y sobre, la música es una tarea inabarcable, inasible, lo sé. Pero también lo es todo lo demás, las grandes cosas que nos conmueven, que nos rodean, que nos hacen sentir o que nos provocan curiosidad.
Piensa, por ejemplo, en el amor, la fe, los átomos, el universo, el secreto de una buena tortilla de patatas con cebolla....tareas, a todas luces, condenadas a la parcialidad y la subjetividad. Pero aún así lo seguimos intentando.
Aviso para los locos de la razón, me voy por caminos peligrosos.
Nuestros tres centros perceptivos se pueden dividir en tres, grosso modo: cuerpo, corazón y mente. Y cada uno de ellos domina un tipo de sistema perceptivo. Y sólo me voy a referir a ellos aplicados tan sólo al hecho musical.
Música y cuerpo.
El cuerpo, lo físico, la materia, el movimiento, el ritmo, el baile. El cuerpo responde muy bien al ritmo, nos gusta bailar, nos gusta el contacto físico con el otro, la interacción. Esta energía que se desata, muchas veces ayudada por la música adecuada, está emparentada con la energía primaria y sexual, aunque no necesariamente. Me explico. Podemos disfrutar muchísimo bailando sin necesidad de llegar a un climax de índole sexual. Este es el placer del cuerpo expresándose con el baile cósmico de la vida, con todo lo que baila y se mueve a nuestro alrededor. Si no te va el rollo místico, ponle otro nombre a ese disfrute, no empecemos a descalificar tan pronto.
El cuerpo conecta muy bien con músicas, digamos, físicas, como el funk, la salsa, la música disco, e incluso el tango.
Claro está que hay otras músicas que nos hacen mover el cuerpo. He nombrado las gozosas y divertidas, pero hay gente que sólo encuentra placer cuando conecta su cuerpo al rock duro, el punk o similares. Digamos que nadie tiene la exclusiva.
Todo esto es en líneas generales, pues el cuerpo también gusta de bailes más...íntimos, por así decirlo.
Entonces, hay música que parece hecha para conectar con nuestro yo más físico.
Música y corazón.
El corazón, la emoción, las energías sutiles que nos hacen sentir más allá de las palabras, que nos conectan con una parte de nosotros para la cual apenas tenemos descripciones válidas, ya que lo que se mueve es demasiado "sensible", apenas perceptible en términos generales. Decimos que una canción nos hace añorar, recordar emociones y emocionarnos, sentir nostalgia, sentir felicidad, tristeza, amor...y todo esto siempre aparece como vago y difícil de comunicar. Claro, el idioma para los sentimientos es a todas luces insuficiente. No sabemos cómo hablar sobre lo que sentimos. Y la música está ahí, haciéndonos sentir...sin necesidad ninguna de poner palabras. Es más, muchas veces, en el acto de querer describir nuestros sentimientos, vemos que se diluyen...
El mundo de los sentimientos está vetado, o casi, a la razón. No hay razones para lo que sentimos, aunque haya quien se empeñe.
Las músicas que nos conectan con el corazón las conocemos todos. A todos nos ha ocurrido, sí, claro. Seguro que entre vosotros, músicos, hay alguien que ha llorado escuchando algún pasaje musical. Puede que, además, esté relacionado con violines, jajaja.
Puede que algunas músicas del lado de la clásica también hayan tocado tu corazón alguna vez. O sientas cosas raras en el pecho oyendo cantos gregorianos. O algún tema de jazz íntimo, con saxos que musitan palabras de amorrrrrr.....
En lo personal, hace un montón de años me inflé a llorar viendo una actuación en directo de "El Misterio de las Voces Búlgaras". En fin, busca en tu interior, jajaja...
Música y mente.
La mente, otro espacio que reclama su propia conexión musical. Un lugar no emocional, no físico. Un espacio para divagar, crear estructuras complejas y, aparentemente, frías, científicas. Justamente estoy escuchando a un guitarrista impresionante, Allan Holsdworth, que encaja perfectamente en esta descripción.
Mucho del jazz también conecta con este apartado. La mente valora mucho las estructuras complejas, las escalas, la técnica.
Pero hay más. Ninguno de estos apartados es puro o absoluto. En cada uno de ellos existen elementos de los demás, así que esta es una división imperfecta. Y así, cada una de estas tres divisiones pueden, y a menudo tienen, componentes de los demás apartados. Y además, en diferentes grados.
Por ejemplo, el jazz puede ser bastante físico, divertido y bailable si hablamos de una big band de los años treinta. Puede ser muy emocional si le ponemos la voz de Billie Holiday.
Y el rock puede ser, prácticamente, lo que le dé la gana. Aquí hay millones de ejemplos en todos los sentidos y en todas las proporciones.
Por ejemplo, Jeff Buckley puede ser muy emocional y muy físico, e incluso puede subir al mental de vez en cuando.
Así que no le veo sentido a tratar a ciertas músicas con criterios negativos, ya que cada una cumple una función diferente. Y todas son necesarias.
Y sí, hay que tratar a cada uno por lo que hace cada uno, y dejar los estilo en paz.
Hay machismo y simpleza en el reguetón, sí.
Hay machismo y simpleza y casi todo el espectro de estilos.
Y vulgaridad, y feismo, y destrucción, y caos, y banalidad, y violencia.....pero recuerda que la música nada tiene que ver con eso.
Porque eso es lo que nosotros somos.....seres humanos en constante evolución.
Dios mío, estaría hablando todo el día, pero tengo una vida que vivir.
Venga, te animo, como siempre, a que compartas con todos tus puntos de vista, tus comentarios, tus impresiones...