Vuelvo al reguetón. Ese ritmillo no tiene la culpa de ná. Ese ritmillo es usado por el cuerpo vacilón para entrar en un juego físico y visceral, en el que los cuerpos se ponen en sintonía para, posiblemente entrar en algún tipo de rito ancestral. El cuerpo goza con el baile, y para bailar queremos música. Y me da igual que me da lo mismo.
Por si a alguien le ha quedado alguna duda, no suelo ni escuchar, ni bailar reguetón. En realidad, últimamente bailo poco. Y también me gustaría que jugase con un mensaje verbal no ofensivo.
Ahora bien, conozco a muchas (bueno, no tantas, jajaja) chicas que salen algunos fines de semana a bailar. Así, sin tonterías, a bailar. Y una vez que están en el ajo, se bailan hasta las noticias de la 2. Y no son precisamente muy amigas del machirulismo.
Así que, digamos que la música es un instrumento al servicio de nuestras necesidades. Y se me hace raro ver que en muchas ocasiones, al reguetón se le juzga por no tener la calidad musical que un tema de Yes. Es que no lo pretende.
Un martillo no sirve para operar a pacientes del corazón, por eso me parece exagerado, injustificado e inútil esas críticas que insisten en asegurar que el reguetón es un martillo en vez de un bisturí.