En instrumentos sin trastes (o en el timbal, por ejemplo) no hay problema ninguno, ya que mover el dedo por la tastiera (o pisar más o menos el pedal) te lleva a conseguir la afinación que desees. En instrumentos de viento, presumo que tampoco existe tal problema, pues la presion de labios hará que puedas modificar la afinación a voluntad.
En instrumentos con trastes o de teclado, no queda más remedio que recurrir a algún tipo de temperamento para "domar" el hecho de que una quinta pitagórica es mayor que una temperada, o una tercera mayor es demasiado pequeña (con el problema que eso supone para los actuales modos mayor/menor). El temperamento consiste en repartir esas diferencias a lo largo de la octava, y en los instrumentos de traste o teclado, hay que recurrir a él, o "descojonar" los trastes para no "pulir" esas diferencias (recuerda que instrumentos como la tiorba los tienen). Órganos y otros instrumentos de teclado se pueden afinar pitagóricamente, pero si quieres tocar temperado, tienes que ponerte a la faena, sacar la llave, y distribuir esa coma y decidir dónde colocar el "lobo". O pitagórico, o temperado, pero los dos a la vez no. O yo me equivoco (que es posible), o en un instrumento moderno dotado de trastes según el temperamento igual no se puede conseguir una afinación pitagórica (sin recurrir a metodos expeditivos...
).
En realidad, a no ser que se quiera tocar un repertorio muy antiguo, no entiendo por qué alguien querría afinar el instrumento "pitagóricamente". Dicho sea esto, y aunque parezca contradictorio, a mí me gusta muchísimo afinar los timbales usando (siempre que puedo) quintas justas (y para eso dispongo de dos diapasones: uno a 440 -ó442- y otro a 415, que da justo un semitono por debajo. De esta manera, y enarmonizando, tengo un diapasón "de teclas blancas" y otro "de teclas negras" con los que casi siempre puedo afinar buscando algún intervalo de quinta justa). Para mí, un intervalo de quinta justa bien afinado es tan claro que, cuando estoy con el diapasón en la oreja y llego a la quinta con el instrumento, es como si ambas frecuencias se fundieran, como si me estuvieran diciendo que es ahí, y no en otro sitio, donde el intervalo está bien afinado. Cuando el intervalo no llega a esa quinta justa, hay una especie de batimento, un algo que no me llega a gustar, pero cuando lo afino, es como si se hiciera la luz, como si se abriera la ventana y entrara aire fresco, y ambas frecuencias "casan" tan bien que enseguida está claro cuándo lo tengo. Por ejemplo, mi profesor de timbales en Londres, me hacía ver que, para su gusto, mis quintas justas tendían a estar brillantes, y el las afinaba "más justas" ("más temperadas", supongo). A mí, por ejemplo, afinar como él hacía siempre me pedía abrir más el intervalo, pero reconozco que su quinta justa era irreprochable.
Obviamente, yo siempre estoy con los pies en los pedales, y mi afinación cambia dependiendo de la nota del acorde que esté tocando, de con qué grupo instrumental esté tocando y, sobre todo, de las condiciones de temperatura y humedad... SI la orquesta se va subiendo a medida que pasa el concierto, yo no puedo empecinarme en seguir fijo: tengo que irme de varetas con ellos, no hay otra. Y si sólo es mi instrumento el que se va por los cerros de Úbeda (con parches de piel es muuuuuy habitual), pues a sufrir como un perro, y a bajar con riesgo real de perder registro.
No sé si este rollete te contesta... Yo creo, que un instrumento moderno preparado con trastes según el temperamento igual, es imposible que pueda afinar pitagóricamente, precisamente porque los trastes, (en principio, y salvo indicación en contra del fabricante) están colocados para "repartir" esa coma a lo largo de la octava. ¿Que quieres afinar una guitarra pitagóricamente? Sin problemas, lo único es que hay que cambiar los trastes de sitio.