El estudio de la armonía es tedioso, en general. En particular son tediosos los tratados de Zamacois, Schenker o Schönberg, por ejemplo. Lo cual no quiere decir que sean descartables, pero para una primera toma de contacto son desalentadores, textos no muy amigables. Para empezar a estudiar armonía siempre recomiendo los dos libros de armonía de Enric Herrera: son claros, van al grano, a poco que uno lea en seguida quedan claros conceptos básicos como las funciones tonales o la composición interválica de los acordes diatónicos, y si uno tiene un poco de paciencia no pasa mucho tiempo hasta que ya se empiezan a hacer pinitos en la modulación.
Si después quieres profundizar, házlo con aquéllos. Para que te hagas una idea, los libros de Herrera serían como coger una cámara de vídeo digital y aprender a rodar unos cortos. Pero si necesitas rodar un largometraje con requerimientos técnicos de más voltaje necesitas un Schönberg, por ejemplo. Personalmente recomiendo éste último por un motivo fundamental: Schönberg señala todas esas prohibiciones, explica su porqué histórico y después se las salta, mostrando una vista panorámica de la armonía con respecto a la historia y con respecto al fenómeno de los armónicos fundamentales. Uno no está obligado a correr con pesas en los tobillos, pero si lo haces para entrenar, entoces después correrás como un rayo cuando te las quites. Ese es básicamente su planteamiento.
Y hablamos, por cierto, de un músico que sí escribió obras maestras y que revolucionó la armonía en las aulas y en los auditorios.
Un saludo.