lgarrido escribió:
Pero para adquirir sofisticación comunicativa un código rico en símbolos es fundamental: más acordes, más timbres, más articulaciones, más patrones rítmicos, más sutileza en el fraseo, más complejidad formal... Y ahí también se establecen relaciones jerárquicas, le pique a quien le pique.
Más claro, imposible.
Pero la sofisticación comunicativa en el mundo de la musica, no como satisfacción personal, sino como espectáculo o profesión, exige también comunicación visual y gestual, y en este contexto, el "postureo" (excelente neologismo que se autoexplica perfectamente) no creo que sea para nada reprochable en el mundo artístico.
No sé a que viene tanto escándalo ni cómo una cantante se atreve a arremeter contra el fingimiento o la impostura que forman parte intrínseca de una "actuación" en un escenario.
Los músicos que viven de las masas de público practican la actuación, y por tanto el postureo.
Un vocalista, por ejemplo, es una persona que ha pasado muchísimas horas de su vida practicando con su instrumento, y que puede haber llegado a profesional por muchos caminos. La mayoría de cantantes no populares, para ganarse la vida deben ejercer su profesión en variadas facetas: hoy toca grabar un "Jingle" de publicidad, el martes una actuación con su pequeño grupo de jazz, el jueves hacerle coros a Melendi y el domingo boda, en la Iglesia el Ave María y por la noche sesión de baile con el trio de pachanga.
Pues como profesional, va a integrarse en cada mundillo, al servicio del Champú Nosequé vocalizando sobretodo las sílabas "No-se qué" fingiendo el placer que le proporciona cantar con el pelo recién lavado. El jueves se vestirá de informal modernilla y asumirá la pose trascendente de comunicación visual, que no gestual, con el mundo secreto y exclusivo que sólo pueden vivir los componentes de un grupo de jazz, por supuesto a años luz de un público que se hace el entendido, pero que no tienen ni idea de jazz, a excepción de ese par de músicos del rincón a los que se les permite la complicidad desde la lejanía. El jueves, sonrisa y muslos al aire, ésa eterna sonrisa y esos guiños a un público que se lo está pasando bien, y ese "todovalepaquebailencon Melendi". El domingo, la seriedad majestuosa que se le exige a una soprano interpretando a Shubert y cambio rápido de rol para la borrachera popular del baile de la boda. ¿Y quién sabe lo que hay detrás de la cantante? igual le importan una mierda el champú, el jazz, Melendi y la boda porque tiene al pequeño en el hospital con una infección.
Eso es postureo. Auténtico y EXIGIBLE a cualquier profesional que se precie.
¿Porqué todos los guitarristas de rock abren las piernas y se contorsionan con la guitarra? ¿Porqué los de jazz se quedan tiesos como si les hubiesen empalado con una Gretsch? ¿Porqué todos los flamencos de vez en cuando sacuden la cabeza como si les molestase el flequillo? ¿Porqué los bajistas funkys ponen esas caras tan raras? ¿Porqué todos los hiphoperos oscilan la cabeza como los antiguos perritos de salpicadero de coche? ¿Porqué llevan la gorra al revés y se tapan el sol haciendo visera con la mano? ¿porqué los raperos no se amputan los dedos mayor y anular, total, siempre están "haciendo cuernos..."? ¿Porqué los baterías se ríen solos mientras tocan? ¿Porqué las modelos ponen esa cara de mala leche cuando desfilan? ¿Porqué los políticos, sean del color que sean, amenazan con el índice mientras mitinean? ¿Porqué de repente a todo el mundo le gusta cocinar?
Como dice Hannibal Lecter, codiciamos los que vemos. Todos imitamos, nos adecuamos al entorno, y los que nos ganamos la hipoteca en un escenario intentamos adecuar nuestra actividad, nuestra actitud, nuestra gestualidad y discurso, nuestro "postureo" a lo que creemos que esperan de nosotros. En el caso de los músicos, hay que representar el papel que hemos asumido para aquel bolo o para el estilo de nuestra carrera.
Elvis, en el final de su carrera, era un obeso comedor impulsivo de crema de cacahuete, pero en Las Vegas se disfrazaba de Showman porque era lo que se esperaba de él. El rockero se viste y actúa como rockero, aunque en su casa sea un padre ejemplar y vaya a misa los domingos (a escondidas) y el primer violinista de la sinfónica debe aparecer en público bien vestidito, afeitadito y mostrar buenas maneras. Nadie le impide tener una Harley y vestirse de cuero, pero entonces no es el Concertino, sino El Pirata de la Sportster Bobber.
¿Postureo? es la vida, señores. Y el que esté limpio de imposturas que tire la primera careta.