lgarrido escribió:
Yo no sé cómo hay músicos que pueden tocarla sin que se les escape la risa floja.
Pues ese es el problema. Los músicos modernos viven en el mundo alineado de la técnica y la perfección sin acabar de entender el fondo de la música que tocan. Es como aprender a leer ruso con símbolos fonéticos sin saber qué estas diciendo. Con las indicaciones oportunas puedes aproximarte a la entonación correcta, pero nunca le darás vida al discurso. Es como cuando escuchas a algunos de esos prodigios técnicos del lejano oriente "solfear" Albéniz en el piano como si fuera Prokofiev. Se piensa que todas las notas son iguales, que las negras son 1/4 de redonda y que con tocarlas así, perfectas, ya está la música y no es así.
lgarrido escribió:
Huy lo que m'a disho... No estoy para nada de acuerdo y me sorprende leerlo de ti.
No me lo creo. Mi poca admiración por Schoenberg como docente de un estilo de composición que no practicaba crece cada día. No me voy a extender en profundos detalles pero apuntaré algunas realidades:
1. Schoenberg no solo no escribía música tonal sino que, en cierta manera, despreciaba su composición en su momento. ¿Para qué entonces enseñar armonía?
2. Es el único libro que necesita de un segundo libro: "Guía para estudiantes de Armonía" de Sebastian Sanchez Cañas. Demasiada letra y poca música. Los ejemplos son fundamentalmente bolitas sin ritmo que suben y bajan sin conexión con el mundo de la composición real. ¿Cómo pasas de la Armonía de Schoenberg a componer una pequeña melodía acompañada? Después de 500 páginas Schoenberg no resuelve esta conexión.
3. Siendo alemán y dominando el idioma en el capítulo sobre la armonización del Coral no hace una sola referencia al texto, a la importancia que tiene en la elección de acordes. Transmite esa idea que tanto cala en los estudiantes de que Bach armoniza de formas diferentes la misma melodía coral solo por aburrimiento o por demostración de su virtuosismo armónico. Y no es así. El texto y tratar de usar las figuras retóricas de la época condiciona en gran manera las elecciones armónicas de Bach. Así que si quieres comprender su estilo y tratar de imitarlo tendrás que entrar en ello o, al menos, hacerlo notar para un estudio posterior más profundo. Pero de nuevo Schoenberg lo reduce a cálculo.
lgarrido escribió:
La exhortación a probar combinaciones yo la entiendo más como una forma de generar material novedoso y explorar los límites.
Depende. Al final la música tonal se reduce a la combinación de tres funciones que no dan lugar a tantas combinaciones. La extensión tan artificial de Schoenberg de las funciones hace parecer que el mundo armónico es más complejo de lo que realmente es, loa árboles que no dejan ver el bosque. La única ventaja y defensa al sistema de Schoenberg es la que hacen Abromont y Montalembert en su estupendo libro
"Teoría de la Música: Una guía" en la que sostienen que el intento de Schoenberg corresponde a adaptar la teoría armónica al mundo del romanticismo en la que la relación de 3as es más importante o igual que la de 5as. Defensa que estaría bien si Schoenberg dedicase un solo párrafo a diferenciar los usos armónicos de Mozart de los de Liszt. Pero Schoenberg aplica esta teoría armónica derivada de los usos romántico tardíos a teoría absoluta que vale para todo. Si Bach o Mozart concebían las relaciones funcionales y tonales por quintas, habrá que explicarlo así.
lgarrido escribió:
¿Tú tampoco le has perdonado?
Desde el punto de vista didáctico me cuesta. No tanto por él, sino por el uso que se hace de sus teorías en estadios iniciales de la educación musical confundiendo al alumno. Los jóvenes acaban pensando que componer es algo así como tener suerte en la combinación de sucesiones fuertes, semifuertes o débiles. Piensan que analizar es poner todos los grados, inversiones y funciones debajo de cada acorde y acertar con las modulaciones, sin tener idea de qué significa musicalmente y expresivamente que un acorde tiene función de dominante. Y así ni les sirve como compositores, ni les sirve como intérpretes, pues seguirán tocando acordes de tónica de la misma manera que los de dominante. Yo también crecí en un entorno en el que, después de Arín y Fontanilla, Schoenberg era como la liberación. Todo el mundo idolatraba el libro.
Lo que empezó a sembrar mis dudas en estas maneras de teorizar y analizar la armonía fue una frase de un libro sobre el piano: "El Intérprete y la Música" de Monique Deschaussées. En el capítulo 7 La vida sensible y psíquica que la música reflexiona de una manera un tanto intuitiva sobre el significado diferente de las tonalidades, de la Armonía y sobre todo de las dominantes "¿SENTIMOS REALMENTE LAS DOMINANTES?" (Así lo pone Monique, en mayúsculas) Por desgracia, o por suerte, era la primera vez que escuchaba que los acordes no eran todos iguales y que poner una V debajo de un acorde no significaba otra cosa que allí había más tensión que en los que colocas un I y que si el compositor utilizaba una 7ª de dominantes es que quería más tensión aún y que la 7ª disminuida podía ser otra forma de V pero con mayor tensión. Y no solo tensión. Las técnicas semicadencias no son más que dudas o preguntas musicales. Aún hoy muchos alumnos avanzados se siguen planteando que realmente las semicadencias no existen pues generalmente después viene la tónica. Así que V-I y la cadencia es auténtica. Después de estudiar música durante una década aún no comprenden el significado real de la armonía a un nivel básico.
Así que no es que no perdone a Schoenberg, realmente el problema no es suyo. El nos dejó su versión de la teoría armónica y han sido otros los que la han convertido en exclusiva. Quizás no haya mayor número de libros de otra materia que de Armonía. Hay libros como setas, con distintos enfoques, más abstractos, más concretos, más didácticos,... pero cuando vas a una librería musical en España solo encuentras dos o tres. De los muchos publicados en el extranjero recientemente solo se ha traducido recientemente el de Gauldin. Parece que el mundo de la pedagogía de la armonía termina en Piston y Schoenberg (El Piston un poco más para torpes y el Schoenberg para los inteligentes y sesudos)
Dicho esto, ya incumpliendo mi promesa de ser breve, decir que no mantengo la misma opinión de Schoenberg como compositor. La primera vez que disfruté componiendo música fue haciendo mi primera obra dodecafónica. Olvidarme de estar con 100 ojos rebuscando octavas y quintas, saltos disonantes, todo aquello que me impedía concentrarme en el contenido musical, me dio una visión de la composición en la que es más importante trabajar con tesituras, timbres, densidades, ritmos, y hacerlo sin que los mandamientos musicales desaten la maldición sobre ti y tus descendientes.
No solo eso, sino que gracias a un gran profesor llegué a comprender la música de Schoenberg más allá de su cerebral técnica como música hiperromántica, llena de expresividad y que no debía tocarse de esa manera distante y matemática como suele hacerse.
Así que sí, perdono a Schoenberg como músico, pero no como teórico. Aunque no soy quien para juzgar, es solo una opinión.
Volviendo al tema de la parodia y relacionado con Schoenberg:
Leo Maslíah escribió:
Soy un compositor contemporáneo.
No trabajo con acordes vetustos,
y si lo hago es en tren de joda,
solamente para ridiculizarlos
o porque no los conozco
y se me forman de casualidad.
Aunque si sospecho algo,
enseguida trato de disimularlo,
rellenándolo con notaso despojándolo,
para mostrar que yo no estoy contaminado
con el significado que la cultura dio
a los agrupamientos de las notas,
y soy capaz de disfrutar de ellas
en su desnudez, en su simplicidad,
y que conozco el secreto
que subyace a la misma naturaleza del sonido
y que con eso me basta para ser feliz.
Soy un compositor contemporáneo.
Tengo prohibido crear melodías,
aunque a escondidas,
cuando tengo la seguridad de que
no hay moros en la costa,
trato de ver si me sale
algo que alguien pueda tararear
sin hacerse cirugía del cartílago cricoides o de la tráquea.
Pero no me sale nada,
¡puta que lo parió!
¿En qué me meto yo?
Igual no me interesa,
mejor hago una pieza
que vaya más allá
que aquellas estructuras tan gastadas
que no van más.
Eso mejor dejarlo para los de la música popular,
ellos saben más de eso.
Mi función es otra, estoy para marcar el nuevo rumbo
que la música futura deberá seguir
porque yo soy la vanguardia,
soy el devenir.
Genial también este dramático choque generacional entre en el barroco y clasicismo. Que termina siendo muy ilustrativo de las eternas discusiones en este foro sobre la supremacia de estilos musicales clásicos o modernos.